LA CONQUISTA DE LAS 8 HORAS DE TRABAJO EN EL PERÚ, LA III INTERNACIONAL Y EL PCP (m-l)

 

En este año 2019, la clase obrera peruana conmemora dos eventos de mucha trascendencia para su historia. El 15 de enero se conmemoró el centenario de la conquista de la Jornada de las 8 horas de trabajo en el Perú y a inicios de marzo la conmemoración del centenario de la fundación de la III Internacional, la Internacional Comunista.

Eventos que han influenciado en gran medida en el desarrollo de la consciencia de clase del proletariado peruano y que han sentado las bases para su desarrollo orgánico y político, en la perspectiva de lograr su verdadera emancipación de clase.

La clase obrera peruana ha tenido desde su origen, grandes jornadas de lucha que le han permitido conquistar algunas reivindicaciones, que le dieron nuevas y mejores condiciones para participar de manera consciente y activa en la lucha de clases. La conquista de la Jornada de las 8 horas de trabajo, puso en tensión todas las fuerzas de la naciente clase obrera peruana que entendió que debía desarrollar una consecuente lucha de clases contra los patrones, basarse en sus propios esfuerzos con disciplina consciente, vio la necesidad de desarrollar la solidaridad de clase e internacionalista y ver en su perspectiva estratégica la necesidad de forjar la alianza de obreros y campesinos y de todo el pueblo trabajador para la conquista de sus reivindicaciones inmediatas y mediatas. Esta lucha llena de gloriosas páginas la historia de la clase obrera peruana.

EL DESPERTAR DE LA CLASE OBRERA PERUANA

Desde finales del siglo XIX, los patrones de las nuevas industrias explotaban a la clase obrera con jornadas de trabajo de hasta 16 horas, las condiciones de salubridad y alimentación eran miserables. En la rama de la minería se contrataba a comuneros de zonas cercanas por jornadas de hasta 36 horas consecutivas, teniendo un intervalo de descanso de 12 horas, por dos o tres meses que duraban sus contratos. Los “enganches” eran la forma con la que el patrón imponía al obrero el pago de su jornal con “vales de consumo” que solo podían ser usados en los almacenes de la misma empresa, sin lugar a reclamo; en suma, las condiciones de la naciente clase obrera eran insoportables.

Trabajadores de las haciendas agroindustriales azucareras, las empresas textiles, panaderas, de los muelles y puertos; empezaron a organizarse influenciados por corrientes anarcosindicalistas y llevaron algunas acciones de protesta que fueron duramente reprimidas por la reacción.

El primero de mayo de 1886 el proletariado estadounidense había iniciado la Huelga General por la Jornada de las Ocho Horas, dándoles los primeros mártires a la lucha por esta causa: “8 horas de trabajo”, “8 horas de reposo” y “8 horas de educación” eran las reivindicaciones que llegaban al Perú con el ejemplo de los mártires de Chicago. Esta lucha tuvo mayor trascendencia debido a que en Julio de 1889, se realizó el Congreso Internacional de Trabajadores de París, donde se acordó conmemorar en adelante, el primero de mayo como un “Día de protesta contra las injusticias que pesan sobre el proletariado y como un día de solidaridad internacional”; fue señalado también como: “El gran día de la redención social y la lucha de clases”.

En 1904, los obreros portuarios del muelle del Callao, desarrollan la primera jornada de movilizaciones reivindicando en su programa la lucha por la mejora de las condiciones laborales y por la Jornada de las 8 horas de trabajo; estas acciones fueron duramente reprimidas por el gobierno de José Pardo y Barreda. En el desenlace, hubo varios obreros detenidos y un fallecido: Florencio Aliaga, a quien se recuerda como el primer mártir del proletario peruano.

El 01 de mayo de 1905, influenciados también por el ejemplo de la Revolución Rusa de ese año, los obreros organizados convocados por la organización pionera del sindicalismo Federación de Obreros Panaderos “Estrella del Perú”, se dieron cita en el Teatro Politeama, donde se proclamó que en adelante la clase obrera peruana lucharía por conquistar la jornada de las 8 horas de trabajo. El ejemplo de los obreros y campesinos rusos que se habían levantado contra el régimen zarista y que fueron duramente reprimidos, alentaban la lucha del proletariado peruano en la perspectiva de lograr su verdadera liberación.

Dirigentes de gran consecuencia como Manuel Lévano y Delfín Lévano de la Federación de Panaderos, Luis Felipe Grillo de la Federación de Textiles de Vitarte, entre otros, dotaron de conducción combativa a lo que sería posteriormente la Federación Obrera Local, que dirigiría las luchas de los años 1918-1919 hasta la promulgación del decreto que reconocía la extensión de la jornada de las 8 horas de trabajo en todas las ramas de la industria, en el segundo gobierno del hacendado azucarero y empresario textil José Pardo y Barreda.

LA ALIANZA OBRERO – CAMPESINA

El 01 de mayo de 1908 los trabajadores portuarios del Callao, Chancay y Huacho, iniciaron un paro por las 8 horas de trabajo, tras la presión lograda conquistaron una victoria parcial, el gobierno de Guillermo Billinghurst, decretó la jornada de las 9 horas para los trabajadores portuarios

En el año 1911, se desarrollan las luchas de los textiles de Vitarte quienes exigían la suspensión del trabajo nocturno y el incremento salarial del turno diurno, tuvieron una victoria parcial; pero lo importante de este movimiento fue que por vez primera se desarrolla en Lima y Callao un Paro General, donde los obreros midieron la fuerza con la que contaban con respecto a la patronal. El 16 de junio del mismo año, se publica un llamamiento elaborado en la imprenta “Libertad” que suscriben los dirigentes sindicales más avanzados del momento y algunos intelectuales, como Delfín Lévano, Glicerio Tassara, Edilberto Boza, Juan de Dios Tapia, José Luis García, Silvano D´Arca, Elías Mendiola, A.O. Galli, Manuel Caracciolo Lévano, M.E. Viteri, Peter Pokell, Eulogio Otazú, Abraham Gamero, Luis G. García, Miguel Tassara, Moisés GErmany, Pedro Cisneros, Pedro Ferrari, Abelardo Ormeño, Luis Felipe Grillo, M. Anibal de Preti y Francisco A. Loayza; donde señalan:

“La lucha entre el capital y el trabajo va tomando en todas partes caracteres bien definidos y precisos: es obligación nuestra secundar esos esfuerzos, que traerán como solución en el futuro una organización mejor que la actual de la sociedad humana. Mientras llega esa hora bendita, por la que todos los humanos suspiramos, consciente o inconscientemente, ¿qué deben hacer los que sufren hambres y necesidades dentro del actual régimen social? Pues luchar sin tregua ni descanso contra los que monopolizan los instrumentos de trabajo, contra los que detentan la tierra y sus frutos, el capital y las máquinas”

El 05 de enero de 1913, los jornaleros del Callao presentaron un pliego exigiendo ocho horas de labores diarias, incremento de salarios, auxilio en caso de accidentes; dieron un plazo de 24 horas para su cumplimiento, de no acatarse su exigencia se iniciaría con el Paro general. A esta acción se sumaron los trabajadores: panaderos, metalúrgicos, tipógrafos, tejedores, se sumaron a la huelga, cobrando dimensiones importantes, frente al ascenso de la lucha, el gobierno de Guillermo Billinghurst puso en estado de sitio la ciudad de Lima. La solidaridad de la clase obrera fue en aumento y el 10 de enero de 1913 la empresa del Muelle y la Darsena del Callao acepta el pliego de reivindicaciones, siendo el más importante la conquista de las 8 horas de trabajo para esta rama. Al día siguiente fue legalizada mediante decreto por el gobierno de Billinghurst.

Las ollas comunes de los obreros en huelga recibían víveres desde las comunidades cercanas como Jauja o Huacho, esta estrecha colaboración afianzó los lazos de solidaridad entre la clase obrera y el campesinado. En enero de 1915, el gobierno de José Pardo, reprimió la protesta de campesinos en Llaucán, este hecho que desemboca en una matanza, despertó la solidaridad de los obreros de Vitarte. Esta es una de las primeras manifestaciones donde la clase obrera despliega su solidaridad con el campesinado y proletariado agrícola.

En septiembre de 1916, los trabajadores agrícolas de los diversos valles de Chancay, incluyendo las campiñas de Huacho, Huaura y Sayán realizaron acciones de protesta exigiendo la jornada de las 8 horas de trabajo, esta manifestación fue duramente reprimida por tropas al mando de Alejandro Ayarza y por orden del prefecto de Lima, Arenas dispararon contra la multitud, resultando 6 manifestantes muertos dentro de las cuales se recuerdan a las dos mártires campesinas: Irene Salvador y Manuela Chaflajo. Esto motivo un vigoroso un vigoroso mitin en el Teatro Apolo de la ciudad de Lima, donde se exhibió una bandera roja, César Lévano refiere de este acontecimiento “Allí se agitó la bandera roja, tinta en la sangre de los campesinos, inmolados en Huacho, Así nació en el Perú el pabellón de la alianza obrero campesina”.

El 07 de noviembre de 1917 estalla la revolución bolchevique en Rusia, inspirando a la clase obrera internacional al desarrollo de luchas con mayor decisión, por primera vez en la historia la clase obrera había conquistado el poder político del Estado y se aprestaba a construir el Socialismo. Este impulso de transformación, tras la gran guerra, trajo al desarrollo de la lucha sindical un impulso mayor, pese a la hegemonía del anarcosindicalismo en la naciente clase obrera, las conquistas de la clase trabajadora a escala internacional tenían replica en el desarrollo de la consciencia de la clase obrera peruana. Del 5 al 10 de enero de 1918 se celebró el Primer Congreso de la Federación Obrera Local cuyos acuerdos reivindicativos para la clase obrera se centralizaban en: “Conquista de la jornada de 8 horas”, además se acompaña un Cuarto Acuerdo que destaca: “8 horas de jornada y la ley que asegure al yanacona y al campesino la posesión de la tierra de sembrío”

El 12 de diciembre de 1918, la sección de Hilanderos de la Unificación Textil de Vitarte inician la huelga por las 8 horas de trabajo. El 15 de diciembre todos los sindicatos textiles se suman a la huelga, el 22 de diciembre se suman los zapateros, los trabajadores marítimos, jornales y campesinos, los panaderos, los campesinos del valle de Ate, los mineros de la zona centro. Las jornadas se van desarrollando y el 8 de enero de 1919, se produce la matanza de obreros en Casapalca, tras la huelga declarada por los trabajadores de la empresa Backus & Jhonston; en ese mismo día el gobierno de José Pardo suspende las garantías individuales y ordenada una incursión policial a la zona de mayor resistencia obrera, Vitarte.

LA CONQUISTA DE LA JORNADA DE LAS 8 HORAS DE TRABAJO.

El 09 de enero la Federación Obrera Local hace un llamamiento a un Paro General Nacional. El Comité Pro Paro da un ultimátum de 72 horas para que se logre un acuerdo sobre la jornada de las 8 horas y aumentos de salarios. Sin tener una respuesta del gobierno, el 13 de enero de 1919 se desarrolló una multitudinaria asamblea donde se decretó el Paro General. Dentro de los puntos del decreto de Paro General se pueden ver como el proletariado peruano desarrolla su solidaridad internacionalista, pues se condena en los puntos 3 y 4 a “la fuerza bruta del militarismo argentino por derramar sangre de trabajadores en su necio afán de sostener este Estado”, las proclamas que se difunden en la tras la asamblea señalan un elevado nivel de combatividad de la clase obrera, en uno de los párrafos señala “El triunfo de los derechos del pueblo trabajador depende de la solidaridad y la acción viril del proletariado. Por eso, la Asamblea obrera de anoche ha votado el paro general por 48 horas, como demostración de la fuerza proletaria frente a la intransigencia capitalista”, pese a la represión del gobierno, se desarrolla el Paro general de 48 horas en Lima y Callao, se conforma el Comité de Huelga Central presidido por el obrero textil Fausto Navarrete e integrado por Julio Portocarrero, Cesar Fonkén, Nicolás Gutarra y Carlos Barba, quienes llevan la consigna de conquistar la jornada de las 8 horas por acción directa.

Los obreros tras haber cursado oficios para que la Federación de Estudiantes del Perú se integre como mediador frente al gobierno, recibieron a tres comisionados dentro de los cuales se hallaba Victor Raúl Haya de la Torre. Los estudiantes trataron de aplacar la lucha obrera planteando que era un gran avance que el gobierno reconozca la jornada de las 9 horas para todas las industrias, pero esta propuesta fue rechazada por los trabajadores. De este hecho se desprende que no fue Haya de la Torre inspirador de la lucha por las 8 horas, como sus biógrafos pretenden hacer creer a los trabajadores.

El 14 de enero de 1919 el gobierno recibe presiones de distintos sectores de la burguesía, los señores del azúcar exigen que no se ceda a las pretensiones de la clase obrera. Tal fue la resistencia del proletariado organizado que el gobierno tuvo que llamar, el 15 de enero de 1919, a la Comisión representada por Carlos Barba, Nicolás Gutarra y Haya de la Torre, para anunciar que recibirían el decreto que reconocía como jornada máxima de trabajo en el Perú, las 8 horas.

Los obreros de Vitarte escucharon de la noticia, pero acerados en su experiencia y convicción consciente de la trascendencia de su lucha, no levantaron la huelga hasta oír de la boca de sus propios delegados la noticia. La clase obrera había conquistado la jornada de las 8 horas de trabajo para todas las industrias y había sido reconocido también el derecho de negociar un incremento salarial, que sería negociado por cada rama por separado.

LA LUCHA DE LA CLASE OBRERA Y EL CAMPESINADO REQUIEREN SU VANGUARDIA POLÍTICA, ORGANIZADA Y COMBATIVA.

Las jornadas desarrolladas por el naciente proletariado peruano, demostraron la necesidad de avanzar en la organización clasista de la clase obrera, desde las tribunas de “El tiempo” José Carlos Mariátegui y Cesar Falcón habían reproducido los manifiestos que los trabajadores deseaban comunicar como parte de su lucha. El diario sufrió una clausura temporal, por el activo apoyo que brindaba a los huelguistas. El acercamiento de la clase obrera con Mariátegui permitió que los más destacados cuadros se aproximaran a la tarea de organización la vanguardia de la clase obrera peruana, dentro de los cuales se encontraba Julio Portocarrero, dirigente Textil de la Federación de Vitarte.

La influencia de la Revolución de octubre de 1917, la Fundación de la III Internacional, el desarrollo de la lucha de clases en el Perú, generaron las condiciones para que obreros, campesinos e intelectuales honestos sentaran las bases de la construcción del Partido del Proletariado.

El 07 de octubre de 1928, José Carlos Mariátegui, Ricardo Martínez de la Torre, los obreros Julio Portocarrero, Avelino Navarro, Hinojosa, Borja y Bernardo Reyman acuerdan fundar el Partido Socialista, que en lo sucesivo trabajaría para organizar de manera clasista el proletariado peruano y de constituirse en su vanguardia política.

El 20 de mayo de 1930 en una huerta del campesino Juan H. Pévez Oliveros, el Partido Socialista acuerda denominarse Partido Comunista tras la aprobación de las tesis de adhesión a la Tercera Internacional elaboradas por Mariátegui y las bases que se habían planteado en el Programa del Partido:

“El C.C. del Partido Adhiere a la III Internacional y acuerda trabajar por obtener esta misma adhesión de los grupos que integran al Partido. La ideología que adoptamos es la del marxismo – leninismo militante y revolucionario, doctrina que aceptamos en todos sus aspectos, filosófico y económico – social. Los métodos que sostenemos y propugnamos son los del socialismo revolucionario ortodoxo. No solo rechazamos sino que combatimos en todas sus formas los métodos y las tendencias de la socialdemocracia y de la II Segunda Internacional”.

En el Programa del Partido, se señala:

 “La praxis del socialismo marxista en este periodo es la del marxismo-leninismo. El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú lo adopta como su método de lucha”

 El 20 de agosto de 1935, el VII Congreso de la Internacional Comunista adopta el acuerdo de “a) aceptar a los partidos comunistas de Indochina, Filipinas, Perú, Colombia, Costa Rica, Puerto Rico y Venezuela, como secciones de la Internacional Comunista”

POR UNA INTERNACIONAL MARXISTA – LENINISTA.

La búsqueda de los revolucionarios peruanos de una orientación clara en el desarrollo de la lucha de clases hizo que sus primeras lecturas del marxismo, la influencia de la revolución de octubre de 1917 y la constatación práctica de lo que vivía la clase obrera y el campesinado peruano; lleve a tener la idea inicial de forjar el partido de la clase obrera, por eso se fundó el Partido Socialista, se esbozó el primer programa de la revolución peruana y se plantearon las tesis de afiliación a la Internacional Comunista.

Pese a discrepancias iniciales con la Sección Latinoamericana de la Internacional Comunista asentada en Buenos Aires, los comunistas peruanos entendieron que su nivel de asimilación de la teoría marxista-leninista estaba en formación y que debían aproximarse al entendimiento más cabal de la ciencia de los intereses de la clase obrera, sin perder jamás de vista las condiciones y particularidades del desarrollo histórico peruano.

Hoy, los comunistas peruanos, como sección de la Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas – CIPOML, nos afirmamos en que es necesario sentar las bases para la construcción de una Internacional Marxista – Leninista, que responda a las condiciones actuales del desarrollo del movimiento y que lleve adelante lo señalado por Lenin tras la fundación de la III Internacional: “La importancia histórica universal de la III Internacional, la Internacional Comunista, reside en que ha comenzado a llevar a la práctica la consigna más importante de Marx, la consigna que resume el desarrollo secular del socialismo y del movimiento obrero, la consigna expresada en este concepto: dictadura del proletariado.”

La era de las revoluciones proletarias y la dictadura del proletariado fue inaugurada con la Revolución de Octubre de 1917, nos toca a los comunistas de ahora, acerarnos en la forma bolchevique de trabajo y en la organización de la clase trabajadora para la asimilación cada vez más completa de la ciencia marxista – leninista, para llevar a cabo la gran hazaña de superar la “prehistoria de la humanidad”.

  ¡Viva el Centenario de la Internacional Comunista!

¡Viva el Centenario de la Conquista de la Jornada de las 8 horas en el Perú!

¡Viva la lucha de la clase obrera, el campesinado y los pueblos por su liberación nacional y social!

Abril de 2019

BP del CC. del

Partido Comunista Peruano (marxista-leninista)

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