EL CAPITALISMO, LA CLASE OBRERA Y LA LUCHA POR EL COMUNISMO

 

I El CAPITALISMO Y LA CLASE OBRERA

1. A partir de la división de la sociedad en clases, toda la Historia de la humanidad es la historia de las luchas de clases. Hoy, la lucha por un nuevo mundo, por una nueva sociedad, sólo puede concluir con la victoria de la clase obrera contra la burguesía. Mediante su lucha la clase obrera no se liberará ella sola, también liberará a todos los oprimidos, a la humanidad entera. El cambio del mundo, la edificación de una sociedad libre y sin clases, sólo se puede lograr mediante la lucha de clases. Nuestros partidos y organizaciones revolucionarias de la clase obrera en los diferentes países, unidos en la CIPOML, nos apoyamos en esta verdad fundamental para llevar a cabo nuestra lucha por alcanzar ese objetivo.

2. El capitalismo se instala en los más recónditos puntos del mundo para imponer un sistema mundial; pero desarrolla también las condiciones y los factores que obligan a los trabajadores de las diferentes naciones a unirse más allá de sus fronteras y de las diferencias nacionales, étnicas, culturales, de sexo y religiosas.

Las condiciones y la lucha de los trabajadores de todos los países son cada vez más interdependientes entre sí y el internacionalismo proletario crece y se desarrolla sobre esas bases objetivas. La lucha por la emancipación de la clase obrera surge y progresa, adquiere las características de un movimiento internacional con un mismo objetivo. Objetivo determinado directamente por el carácter y la evolución de la sociedad capitalista, aparece como una etapa indispensable en el proceso de desarrollo social que culminará con la edificación de la sociedad comunista en la que las clases, así como toda forma de opresión y explotación, des- aparecerán para siempre. Nuestros partidos y organizaciones miembros de la CIPOML, organizados en diversos países, son parte integrante de la lucha de liberación de la clase obrera mundial, se plantean el mismo objetivo final.

3. La sociedad capitalista se basa en la producción mercantil a gran escala, que se reproduce y amplia, cuyo fin es la obtención de beneficios. El modo de producción capitalista, que empezó a desarrollarse a principio del siglo XVI en Europa Occidental, ha progresado al pasar de la cooperación simple a la manufactura, y con la revolución industrial al pasar de máquinas simples a un maquinismo complejo de alto rendimiento. Este modo de producción se ha desarrollado sobre la base del nivel alcanzado por la circulación de las fuerzas productivas y la producción de mercancías que han hecho inevitable la disolución de la sociedad feudal y de la pequeña producción, y también sobre la base de la separación de los trabajadores de las herramientas de trabajo. Mientras que los medios de producción y la parte creciente de la producción social se concentran en manos de una minoría de la población (los propietarios del capital y los latifundistas), crecen las masas proletarias y semiproletarias obligadas a vender su fuerza de trabajo permanente o temporalmente para obtener me- dios de subsistencia y que con su trabajo aumentan los beneficios y el capital de las clases poseedoras.

4. La propiedad privada de los capitalistas y los grandes latifundistas, dueños de los medios de producción, constituye la esencia de la transformación de la fuerza de trabajo en mercan- cía, de los trabajadores en esclavos asalariados y de la explotación basada en la plusvalía. En consecuencia, la liquidación de una minoría que se apropia de los medios de producción y la transformación de éstos en bien común de la sociedad es la condición para la liberación de los trabajadores. El capitalismo, a lo largo del proceso de su desarrollo, socializa la producción y el traba- jo, prepara la base material y desarrolla la fuerza social que lo va destruir. Con la edificación de la propiedad colectiva de los medios de producción social las relaciones de producción se desarrollan conforme al carácter social de las fuerzas productivas.

5. Con la revolución industrial, la burguesía moderna ocupa el lugar de la clase media que nació con la manufactura y es dominante al subordinar el capital comercial al capital industrial. Poco a poco la fuerza de trabajo fue reemplazada por el vapor, las herramientas de trabajo fueron sustituidas por máquinas complejas cada vez más eficaces. Con el desarrollo acelerado del progreso técnico la producción dejó de ser una actividad basada en la fuer- za de trabajo y necesitó competencias particulares, así los obreros empezaron a ser una parte de la máquina. La revolución industrial dio lugar a los trabajadores de la industria moderna, que se estaban desembarazando de lo que quedaba de las relaciones del sistema social precedente y que no tenían nada que perder, salvo sus cadenas. En la agricultura, la revolución industrial ha hecho progresar las relaciones capitalistas y ha acelerado la disolución del campesinado y desarrollado la clase obrera. La división de la sociedad en dos clases principales, la burguesía y la clase obrera, ha sustituido las antiguas divisiones y oposiciones.

6. La burguesía ha ampliado la circulación mercantil en las regiones más atrasadas del mundo con el fin de encontrar nuevos mercados y materias primas. Al crear el mercado capitalista mundial ha atraído a todos los países al proceso de desarrollo capitalista y sus mecanismos de explotación. Junto a su superioridad económica y financiera ha recurrido a las formas más bárbaras y destructoras de la violencia para romper toda resistencia y ha destruido, en lo fundamental, las estructuras sociales tradicionales precapitalistas. Ha colonizado progresivamente los continentes asiático, africano y americano. Además de los países desarrollados, las redes comerciales instaladas en todos los países, en nombre de la protección de la colonización y los grandes beneficios acaparados, fueron, entre otros, elementos de la acumulación de capital y el desarrollo del capitalismo burgués.

7. La transición hacia la producción mecánica y el progreso técnico han consolidado la superioridad de la gran producción sobre la pequeña producción y de la producción capitalista sobre los modos de producción pre capitalistas. Aunque la producción mercantil y las condiciones de producción capitalista reproducen una parte de pequeñas empresas, éstas disminuyen mientras que las grandes empresas se desarrollan y extienden. Mientras que el modo de producción pre capitalista y sus vestigios son liqui- dados, las relaciones de producción capitalista se desarrollan y penetran cada vez más en todos los aspectos de la vida social re- estructurándolos sobre esta base. La burguesía, utilizando todas las formas de violencia, se convierte así en la clase dominante, no solo en la infraestructura sino también en la superestructura. Este dominio tiene su expresión política, sucintamente, en la concentración del poder del Estado en las manos de la burguesía, y la reorganización del Estado sobre bases capitalistas, como herramienta de opresión y dominio contra la clase obrera.

8. Cuanto más progresa el proceso de desarrollo capitalista, más se potencia el yugo sobre los propietarios de pequeñas empresas, los campesinos, los pequeños comerciantes y los artesanos. Las grandes empresas obligan, mediante condiciones impuestas, a las empresas medianas y las que tienen un cierto potencial a reconvertirse en sus empresas subsidiarias. Sólo una parte de los propietarios de pequeñas empresas, empezando por los campesinos, logran asegurar su existencia a condición de trabajar al máximo y disminuir tanto como sea posible el consumo. Una parte de ellos, a pesar de las condiciones de vida y de trabajo esclavista, no pueden sobrevivir ni escapar a la quiebra. La falta de seguridad para el futuro se extiende también entre las clases y capas intermedias. Todo ello amplía las posibilidades de la clase obrera para aprovechar las contradicciones en el seno de las clases de propietarios y de atraer a su causa a otras clases y capas trabajadoras.

9. El progreso técnico permite, por una parte, aumentar la productividad del trabajo, producir las mismas mercancías con menos obreros, facilitar una baja relativa de la necesidad de fuer- za de trabajo y, por otra parte, amplía la posibilidad de recurrir al trabajo de mujeres y adolescentes y acrecentar el número de los que venden su fuerza de trabajo para poder obtener productos de primera necesidad. A pesar de las fluctuaciones, la demanda de fuerza de trabajo está por debajo de la oferta. Los que en la sociedad tienen menos seguridad en su futuro, los más pobres, son arrojados al abismo de la ignorancia, a la degradación moral y representan una fuente de fuerza de trabajo de reserva: aumenta la masa de desempleados.

10. El hecho de que los medios de producción estén en manos de una minoría, y que la producción se lleve a cabo en busca de beneficios en un contexto de aguda competencia, hace que el proceso productivo crezca de manera que desequilibra las diferentes ramas de la economía, se desarrolle sin planificación, anárquicamente, y el crecimiento de la producción y del mercado no se realice de manera armoniosa. El proceso de desarrollo capitalista toma esta característica que se interrumpe en períodos de crisis —cuya causa es la sobreproducción y el estancamiento— y que se desarrolla desequilibradamente. Estas crisis que estallan de diferentes formas, según el contexto, y cuya duración varía según los diferentes períodos, son fases inevitables del proceso de desarrollo capitalista, y son el paroxismo y estallido de contradicciones entre la socialización de la producción y la apropiación capitalista. Los períodos de crisis y de estancamiento llevan a las pequeñas y medianas empresas a la destrucción, provocan la quiebra de parte de las grandes empresas o su absorción por otras, aceleran el proceso de centralización y concentración, incrementan el desempleo y el deterioro relativo, a veces absoluto de las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera y otros trabajadores.

11. El progreso incesante de la técnica provocado por la burguesía en procura del máximo beneficio ha desarrollado las fuerzas productivas y ha abierto la vía para acrecentar la productividad de manera asombrosa, aunque sea interrumpida ocasionalmente por crisis cíclicas. Empero, de los frutos de ese progreso sólo se benefician un puñado de propietarios de los capitales y de la tierra. Al mismo tiempo, el crecimiento de la productividad del trabajo, su explotación se intensifica también. Aunque las posibilidades de cubrir las necesidades materiales y morales de la sociedad hayan aumentado, el capitalismo reproduce constante- mente el desempleo, la pobreza, la ignorancia y la degeneración moral. La precariedad del futuro se extiende e intensifica entre la mayoría de la población. Los períodos de guerra, de crisis y de estancamiento, las condiciones de vida y de trabajo de los obreros se agravan de día en día. El abismo entre la clase obrera y la burguesía, entre los propietarios y los que nada poseen se profundiza. El descontento y la cólera entre los obreros y demás capas populares crecen. Las tendencias unitarias y de rechazo contra las clases explotadoras, contra la opresión y la explotación se desarrollan.

12. El capitalismo ha madurado las premisas materiales del socialismo, al socializar la producción y el trabajo ha desarrollado igualmente la fuerza social que será su enterrador: la clase obrera. La concentración de obreros en grandes empresas, permite a los obreros ampliar sus posibilidades de unirse contra la burguesía y de organizarse como fuerza social independiente y desarrollar también su capacidad y aptitud para la lucha. Las luchas obreras, que comenzaron como luchas de grupos de obreros a nivel de empresa e independientes unas de otras se orientan, pasando por la experiencia de la competencia entre ellos y de la lucha contra las máquinas, en un movimiento unido e independiente. El movimiento obrero avanzó con la experiencia de la rebelión de los tejedores (los canuts) de Lyon en 1831–34, del movimiento cartista de Inglaterra, de las luchas revolucionarias en Europa en 1848, de la Comuna de París en 1871 —donde la clase obrera pudo instaurar por un corto período su propio poder destruyendo el de la burguesía—, de las luchas de la clase obrera americana que instauró la jornada de la mujer trabajadora.

II LOS MONOPOLIOS Y EL IMPERIALISMO

1. La aparición de maquinaria cada vez más perfeccionada y el progreso técnico llevó a un crecimiento rápido de la producción, sobre todo de las ramas de construcción de máquinas, de extracción de materias primas y de la energía, particularmente en el último cuarto de siglo XIX, a rebasar la industria ligera; el des- cubrimiento de la electricidad y nuevos medios como el motor a explosión; la utilización de nuevas fuentes de energía como el petróleo y el desarrollo de las centrales térmicas e hidráulicas; el desarrollo paralelo de las comunicaciones, el transporte marítimo y particularmente el terrestre empezando por el ferroviario; el aceleramiento de la mecanización de la agricultura; el crecimiento de las grandes empresas y el nacimiento de muchas más; las relaciones entre empresas y los sectores, y su orientación a una verdadera interdependencia y fusiones rebasaron el marco nacional. En un contexto de agudización de la competencia, las grandes empresas se vieron obligadas a recurrir a tecnologías avanzadas que absorbieron a las pequeñas empresas y se inició el dominio de las empresas sobre la economía. Aparecieron como empresas anónimas que concentraron las empresas y sectores más próximos que controlaban capitales enormes. Esto ha sido igualmente un proceso en el que, por una parte, aparecieron grandes bancos mediante una concentración del capital bancario en un reducido número de bancos y, por otra parte, pasaron a desempeñar un papel activo en la economía. Ese progreso en la concentración y centralización de la producción y del capital llevó en el último tercio del siglo XIX a la fusión del capital industrial y del bancario que dio lugar al capital financiero y al surgimiento de los monopolios. A principios del siglo XX el capitalismo pasó a una nueva fase, un estadio en el que los monopolios, sobre la base de la oligarquía financiera, fueron dominantes.

2. El capitalismo monopolista es un capitalismo con un alto nivel de desarrollo y sus principales características y tendencias se desarrollaron a tal punto que algunos llegaron a ser contradictorios, las condiciones para el paso a un nuevo orden social maduraron y todas las contradicciones se agudizaron y provocaron nuevas divisiones y más contradicciones. Los monopolios, fruto del proceso de concentración y de centralización del capital y la producción, crecieron en ese mismo proceso mundialmente. Por un lado la socialización del trabajo y por otro la concentración de la riqueza social en manos de una minoría agravaron el proceso de la desigualdad social. La explotación de las masas obreras y trabajadoras se acentúa y la precariedad se agrava, la presión de los monopolios sobre los pequeños productores y las capas no monopolistas de la burguesía se mantiene inalterada. La contra- dicción entre el carácter social de la producción y apropiación capitalista de la propiedad se refleja en términos de clase como la contradicción entre la clase obrera y la burguesía, contradicción que se agudiza mundialmente. El imperialismo es el estado de la crisis general y de la putrefacción del capitalismo.

3. El monopolio capitalista, que es una consecuencia y el contrario de la competencia libre, no hace desaparecer completa-mente la última. El monopolio asegura su existencia por encima de aquella. Eso agrava el desarrollo desigual que es una de las características principales del desarrollo capitalista y agudiza la competencia con nuevos elementos, la división y las contradicciones en el seno de la burguesía. Los monopolios restringen el desarrollo libre de las fuerzas productivas y condicionan la utilización de nuevas tecnologías a la obtención del máximo beneficio y a la marcha de la competencia entre los monopolios. La influencia de los monopolios, aunque provoca claramente la restricción al desarrollo de las fuerzas productivas, no impide el desarrollo más rápido que antes del capitalismo y la técnica en ciertos países, y de tiempo en tiempo en el mundo, incluso si es un desarrollo limitado por un tiempo.

4. En la fase imperialista, aunque se desarrolla la exportación de mercancías, ésta es rebasada por la exportación de capital que se convierte en el factor principal de las relaciones económicas entre los países. La internacionalización del capital y de la producción hace avanzar el proceso de unificación de las economías en todos los países en la economía capitalista mundial como los eslabones de una cadena. La organización internacional de la economía sobre la base de los respectivos intereses y la igual- dad de los pueblos, que rebasa el conjunto de divisiones y los límites del sistema capitalista–imperialista, es cada vez más una necesidad desde el punto de vista del desarrollo de las fuerzas de producción. Empero, esto es imposible en las condiciones de dominación del capital financiero, el sistema capitalista–imperialista reproduce y desarrolla igualmente las oposiciones que le impiden lograrlo. La organización internacional de la economía, que se desarrollará libremente a escala mundial liberándose de los obstáculos y limitaciones impuestas por el sistema capitalista–imperialista, sólo será posible con la victoria de la revolución proletaria mundial.

5. El proceso mediante el cual los monopolios y el capital financiero se han constituido y son dominantes es, también, el proceso por el cual el capitalismo se ha extendido hasta los territorios más recónditos del planeta y el reparto también ha terminado. El período de expansión de la burguesía hacia tierras «libres» y la repercusión en ellas de las tensiones y cargas de crecimiento con el desarrollo capitalista, ya se ha acabado. Aparece un nuevo período en el que se inicia y concentra la presión y explotación de la clase obrera y los pueblos oprimidos y donde las contradicciones del capitalismo se agudizan y provocan desarrollos a saltos y enfrentamientos violentos. A la par que las luchas por el reparto del mundo se intensifican entre los principales grupos y Estados capitalistas, el capitalismo se afirma como sistema mundial en el que los grandes Estados imperialistas explotan a los pueblos y las naciones que constituyen la mayoría de la población mundial impidiendo el desarrollo libre e independiente de los países. El mundo se divide en explotadores y explotados.

6. El desarrollo desigual y a saltos, trastoca las relaciones de fuerza entre, de un lado los países imperialistas, y de otro los grupos internacionales del capital financiero. La lucha por el re- parto y sus consecuencias que son las guerras imperialistas, son inevitables. Las contradicciones entre los imperialistas conllevan la división y oposición entre ellos, debilitan el sistema capitalista, profundizan la crisis, provocan la muerte y mutilación de millo- nes de personas, destruyen la naturaleza, las fuerzas productivas y los medios de subsistencia, y provocan también la pobreza, el hundimiento moral y la degeneración.

7. El aumento de exportaciones de capital acelera el desarrollo capitalista en los países atrasados y dependientes. Mientras que la explotación y el yugo capitalista se agravan, aparecen nuevas fuerzas de lucha contra el imperialismo y sus vasallos locales. Incluso en los países atrasados donde la clase obrera es casi inexistente o muy poco desarrollada y se mantienen las características de las sociedades campesinas, las diferencias de clase se profundizan, la clase obrera y su movimiento se desarrolla, las masas semiproletarias crecen. El preludio material del socialismo se desarrolla también en esos países. Son países que dejan de ser una base atrasada del imperialismo y de todo tipo de reacción y se convierten en terreno de lucha contra el imperialismo y todo tipo de reacción, empezando por los dirigentes locales, soportes del imperialismo y contra el capitalismo. Junto con la contradicción entre el trabajo y el capital, la contradicción entre el imperialismo y los pueblos y naciones oprimidas, es una de las principales contradicciones del sistema capitalista–imperialista.

8. Una interpenetración y fusión completa se lleva a cabo entre los principales accionarios y dirigentes de los monopolios y las instituciones dirigentes del Estado, el poder estatal se concentra en las manos de la oligarquía financiera. El poder del Estado está concentrado en las manos de los magnates del capital financiero. Crece la importancia de la utilización del Estado por los monopolios, las condiciones para lograrlo surgen y el capitalismo monopolista de Estado se desarrolla. El Estado capitalista se consolida, particularmente por el aparato militar–burocrático y también por nuevas organizaciones. Una parte importante de la producción social se dedica a la militarización y a los gastos de guerra, de ese elemento parasitario de la sociedad que es el Estado, particular- mente por el desarrollo de su aparato militar–burocrático.

9. El imperialismo busca la concentración máxima del capital financiero en algunos países imperialistas y la ampliación de las capas de rentistas están completamente al margen de la producción, pero acaparan una gran parte de los beneficios. Ese fenómeno va acompañado de transferencia de capital, particularmente procedente del trabajo intensivo, hacia los países de poco capital y donde la fuerza de trabajo, la tierra y las materias primas, están a buen precio. Los países imperialistas en los que el capital financiero es más fuerte y más desarrollado, llegan a ser países que explotan a la mayoría de la población mundial, y donde las capas de rentistas se separan de más en más de la producción, y los sectores y capas sociales a su servicio, se amplían.

10. El imperialismo significa la restricción sistemática del papel y las competencias de las instituciones presuntamente representativas, la limitación de los derechos democráticos y de las libertades, de su suspensión en caso de necesidad; impulsa la reacción, somete a otros pueblos y naciones; el no respeto de la independencia y soberanía nacionales, la exacerbación de tendencias anexionistas. El fascismo aparece en la historia como manifestación concentrada de esas tendencias del capital financiero, la tendencia en la forma de Estado más reaccionaria, más chovinista, más agresiva y bárbara.

11. El capital financiero concluye alianzas con todas las corrientes reaccionarias, desde la Edad Media, acomodándolas a las condiciones de su soberanía convirtiéndolas en soporte para subsistir. Pese al progreso y alto nivel de desarrollo de la ciencia y especial- mente de la técnica, la burguesía que no puede elaborar una filosofía y una concepción científica del mundo, se apropia de los dogmas, las corrientes religiosas, de la filosofía más retrógrada y condenada

a acabar en el basurero de la historia, y trata de difundirlas con subterfugios y pretextos baladíes. La superficialidad y la mediocridad intelectual que se extienden en todas las ramas de la filosofía, la cul- tura, el arte pretenden opacar el arte y la cultura de los trabajadores y los pueblos que se desarrollan de manera persistente.

12. Además de la restricciones de los monopolios al libre desarrollo de las fuerzas productivas, la destrucción en todos los terrenos de la vida social provocada por las guerras imperialistas y las crisis que estallan de tiempo en tiempo con intervalos cada vez más cortos y de duración prolongada y con graves consecuencias, son particularmente dañinas. Los monopolios que utilizan frenéticamente el progreso tecnológico para asegurarse el máximo de beneficios, intensifican la destrucción social hasta la degradación de la naturaleza. La burguesía es un obstáculo ante el desarrollo de las fuerzas productivas y el progreso social. La liquidación de la propiedad de una minoría sobre los medios de producción y su transformación en propiedad social, el reemplazo de las relaciones de producción capitalista, por las relaciones de producción socialista, es una necesidad histórica y condición para el libre desarrollo de las fuerzas productivas.

III EL IMPERIALISMO, LOS PUEBLOS OPRIMIDOS Y LA REVOLUCIÓN PROLETARIA

1. Los monopolios buscan el máximo beneficio. Para lograr- lo necesitan intensificar la explotación de la clase obrera y de los pueblos, así como el saqueo sistemático de los recursos naturales de otros países. Correlativamente al aumento de la composición orgánica del capital, se plantea el deseo de impedir la tendencia a la baja de los beneficios y la propensión de obtener el beneficio máximo, que lleva a los monopolios a acentuar la explotación de la clase obrera y de los pueblos. El nivel de concentración y centralización del capital y de la producción, la concentración de los medios de producción y con ellos el poder político en manos de la oligarquía financiera, la utilización del poder estatal en todos los terrenos en beneficio del capital financiero y el desarrollo del capitalismo monopolista de Estado, permite ampliar las posibilidades de acrecentar la opresión y la explotación de los monopolios. Todo ello, además de intensificar la opresión y la explotación del capital financiero, acentúan la contradicción entre el trabajo y el capital, crece la cólera, el descontento y la lucha de la clase obrera y de los pueblos contra el capital financiero y su dictadura, y son elementos que los lleva a unirse y luchar unidos a nivel de empresa, de ramas profesionales, y también a nivel nacional y mundial. El carácter monopolista del Estado es cada vez más patente, la lucha más o menos masiva de las clases oprimidas y explotadas, adquieren un carácter político contra el capital y su gobierno.

2. Los elevados beneficios de los monopolios permiten al capital financiero comprar a los principales dirigentes de organizaciones del movimiento obrero como los sindicatos, las cooperativas y partidos políticos de masas, y constituir así una aristocracia y burocracia obrera privilegiada, ajena a la clase obrera por su forma de vida, de relaciones sociales, de estado de espíritu, etc. Esta capa es uno de los soportes sociales de la burguesía, de la oligarquía financiera dentro del movimiento obrero, y una de las fuentes principales de todo tipo de oportunismo y de colaboración de clase. Con el fin de domesticar y debilitar al máximo al movimiento obrero, la burguesía monopolista además de reforzar constantemente el Estado, utiliza eficazmente la aristocracia y la burocracia obrera y también a las fuerzas intermedias vacilantes. Una de las condiciones para la victoria de la clase obrera, es llevar a cabo una lucha permanente y de denuncia contra estas capas que se renuevan constantemente, promovidas por la burguesía monopolista contra el progreso del movimiento obrero.

3. El alto nivel alcanzado en la exportación de capital, lleva a los países en desarrollo a la formación de grandes empresas sobre la base de una mano de obra barata y la concentración, en esas empresas, de la clase obrera. Aunque la formación de esta clase social moderna está todavía en sus inicios, la lucha de los obreros de esos países se orienta hacia un movimiento independiente dadas las condiciones de feroz explotación y opresión, y también aprovechando la experiencia y apoyo de la clase obrera de los países desarrollados. El desarrollo en esos países de la clase obrera y su movimiento independiente, el movimiento internacional de emancipación de los obreros deja de estar limitado a los países capitalistas avanzados y se convierte en movimiento mundial. El imperialismo, que agrava las contradicciones en el seno de la burguesía, desarrolla también la base que permite unir a los obreros de los países desarrollados y menos desarrollados como miembros de un único ejército, lo que da a su lucha de liberación un carácter internacional.

4. La lucha revolucionaria de los países y pueblos oprimidos se une en un mismo frente contra el imperialismo con el movimiento revolucionario mundial de los obreros, de las revoluciones populares hacia una transición. El desarrollo capitalista hace madurar la base y las condiciones materiales que permiten a esos movimientos desarrollarse bajo la dirección de la clase obrera y adquirir características ininterrumpidas hacia el socialismo. La revolución mundial de los obreros deja así de ser un problema limitado a los países capitalistas desarrollados, y junto al desarrollo desigual y por saltos, es un proceso que progresa en el eslabón (o los eslabones) más débil del sistema capitalista–imperialista. La clase obrera al romper ese eslabón débil, conquista el poder político y se organiza en tanto que clase dominante. Comienza así un giro en la evolución histórica, un proceso de construcción de una sociedad sin clases y la revolución social de la clase obrera.

5. La clase obrera al socializar los medios de producción antes en manos de una minoría, instala los cimientos sobre los que erigir la sociedad comunista en la que las clases y la explotación y opresión desaparecerán. La producción capitalista, que sólo produce en búsqueda del beneficio y el mercado, con un desarrollo anárquico y desequilibrado, es reemplazada por una producción social con una técnica en constante progreso, y conforme a un plan elaborado para satisfacer las necesidades materiales y morales de la sociedad en su conjunto y de cada uno de sus miembros. La revolución social de la clase obrera hará desaparecer las clases y con ellas todo tipo de opresión y explotación, y asegurará la liberación de las clases oprimidas y explotadas. Empero, la clase obrera sólo podrá cumplir su papel revolucionario, histórico, bajo la dirección de su partido armado de la teoría del socialismo científico.

6. La condición previa para esta revolución es la toma del poder, la organización de la clase obrera como clase dominante y llevar a cabo una lucha permanente contra todos los elementos antiguos y nuevos del capitalismo, y aplastar las tentativas de restauración del mismo. Independientemente de las condiciones, la conquista del poder y la organización de la clase obrera como clase dominante necesitan romper la máquina estatal a través de la violencia revolucionaria. Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista hay un período de transición, que se puede calificar como primera fase del comunismo, en el cual los elementos de dos sociedades coexisten en lucha permanente y donde la clase obrera se organiza en tanto que clase dominante (la dictadura del proletariado). La dictadura del proletariado, a diferencia de la dominación de las clases precedentes, es una democracia para la mayoría de la población, y una dictadura sobre una minoría de la población compuesta por clases explotadores. El libre desarrollo de las fuerzas productivas, desembarazadas de las relaciones restringentes de la producción capitalista (y de las sociedades precedentes) prepara las condiciones del paso de la primera fase de la sociedad comunista en la que predomina el principio «de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo», a la fase superior según el principio «de cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades»

7. Los éxitos de la revolución de la clase obrera en los eslabones más débiles del imperialismo dan lugar al comienzo y desarrollo de la construcción del socialismo bajo condiciones de cerco capitalista e imperialista, y permiten un fuerte apoyo internacional a las tentativas de restauración del capitalismo por parte de la burguesía y sus cómplices internos. La victoria definitiva sólo se asegura con la destrucción del sistema capitalista en el mundo y la sustitución del cerco capitalista por el cerco socialista. La revolución social de la clase obrera, el proceso de edificación de la sociedad comunista, es un período complejo en el que habrá éxitos y fracasos, victorias y derrotas a escala nacional e internacionalmente.

8. Los países no son iguales ni están al mismo nivel de desarrollo y características, ni ocupan el mismo su lugar en el sistema capitalista mundial, ni son iguales las relaciones entre las clases y la relación de fuerzas entre ellas, condiciones sociales en las que se desarrolla la lucha de clases, etc. Todo ello conlleva diferencias sobre los objetivos a corto plazo, de los obreros y los partidos obreros de las diferentes naciones, unidas por un mismo objetivo final, lo cual da variaciones en el desarrollo de la revolución social de destrucción de la dictadura burguesa y del capitalismo, de la toma del poder por la clase, de su organización como clase dirigente y de la edificación del socialismo.

IV EL PODER DE LA CLASE OBRERA, EL SOCIALISMO Y EL CERCO IMPERIALISTA

1. Las contradicciones del capitalismo que se profundizan con su propio desarrollo y el del movimiento obrero, ha provocado una división entre los intelectuales; una parte de estos se han orientado hacia una crítica de este sistema, basada en su análisis y la tendencia a unirse con la clase obrera, tendencia que se ha desarrollado entre esos intelectuales. La teoría marxista, que es la concepción del mundo de la clase obrera, y guía de su lucha por la emancipación, y la corriente del socialismo científico erigida sobre esta teoría, han surgido como consecuencia de la madurez progresiva de esta tendencia de intelectuales. La lucha de la clase obrera encuentra en ella un programa científico, una concepción estratégica y táctica.

2. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, cuando el desarrollo de la clase obrera y su concentración en grandes empresas se aceleraba, el marxismo se difundió entre los obreros y los intelectuales, así como el proceso de la unión del socialismo científico y el movimiento obrero; sobre esta unión, la organización de la clase obrera en un partido independiente en los países capitalistas, particularmente en Alemania, progresaba. Las luchas obreras, así como las organizaciones de masas y los sindicatos se desarrollaban rápidamente; los partidos revolucionarios de la clase obrera armados con la teoría del socialismo científico, llegaban a ser partidos de masas con el apoyo de una parte creciente de la clase obrera. El movimiento obrero, desde el punto de vista del nivel de conciencia y organizativo, por su capacidad y sus aptitudes para la lucha, adquirieron en los principales países capitalistas, la característica de movimientos independientes que amenazaban el poder de la burguesía. Durante este período, el movimiento y la organización internacional de la clase obrera, se desarrollaron igualmente. Después de la Primera Internacional, se fundó la Segunda Internacional, con partidos de la clase obrera que se reforzaban como centros de unión del movimiento revolucionario de la clase obrera que lucha contra la burguesía mundial.

3. Mientras que maduraban las premisas del socialismo y el movimiento obrero avanzaba hacia un nivel que amenazaba el poder de la burguesía, ésta acentuó la opresión sobre la clase obrera y los trabajadores y consolidó sus apoyos dentro del movimiento obrero. En condiciones en las que los factores podían acentuar todas las contradicciones del capitalismo y conducir al mundo a una guerra de reparto, tendencias oportunistas que no pudieron oponerse a la opresión burguesa se desarrollaron en el seno de los partidos de la Segunda Internacional y se orienta- ron hacia la colaboración de clase sobre la base del legalismo y el parlamentarismo con la utilización de todos los medios legales, incluidos los parlamentos, durante un largo periodo de paz.

4. La I Guerra Mundial provocada por los imperialistas por el reparto del mundo llevó a la destrucción de fuerzas productivas, la muerte, la miseria y la mutilación de millones de personas. Provocó situaciones revolucionarias en numerosos países y una brecha en el sistema imperialista con la revolución de octubre de 1917 en Rusia. La clase obrera de Rusia, compuesta por varias nacionalidades, se organizó como clase dirigente y se hizo con el poder y comenzó el proceso de liquidación del capitalismo y de construcción del socialismo. A la par que el sistema capitalista–imperialista perdía poder sobre los mercados, las inversiones y las materias primas, las luchas de la clase obrera mundial y de los pueblos oprimidos se vieron reforzadas con el apoyo de la Unión Soviética. El comienzo y desarrollo de la construcción soviética agudizó los conflictos del imperialismo que casi acabaron con el capitalismo y dio lugar a una nueva época de enfrentamiento entre el capitalismo y el socialismo.

5. Así empezó un nuevo período revolucionario, la revolución proletaria en la práctica. La Revolución de Octubre fue un nuevo factor que sacudió y desarrolló las movilizaciones y la lucha de los trabajadores y pueblos oprimidos, víctimas del desastre y destrucciones causadas por la guerra imperialista. La II Internacional se hundió en una fase vergonzosa de desintegración cooperando con su propia burguesía con una línea social chovinista, social–imperialista. En todos los países hubo intentos de constitución de partidos independientes de la clase obrera. La III Internacional se fundó sobre esa base para ser la organización internacional de los partidos y organizaciones obreras revolucionarias de todos los países, avanzados y atrasados.

6.- La Revolución Socialista de Octubre quebró la marcha ascendente del capitalismo y el imperialismo, dio lugar al nacimiento de un mundo nuevo, la sociedad de los trabajadores, el socialismo; inauguró una nueva época de la historia de la humanidad: la época del imperialismo y la revolución proletaria. Esta época está atravesada por contradicciones fundamentales que se agudizan constantemente, que se interrelacionan mutuamente y de cuya exacerbación surgirán nuevos procesos revolucionarios que estallarán allí donde se expresen los eslabones más débiles de la dominación imperialista. Las contradicciones fundamentales de la época enfrentan de un lado al trabajo, a la clase obrera y al socialismo y, de otro al capital, a la burguesía y al capitalismo; a los pueblos y naciones oprimidas con los países imperialistas; a los monopolios internacionales y a los países imperialistas entre sí.

7. La Revolución de Octubre provocó movilizaciones de obre- ros y trabajadores en numerosos países como Alemania, Austria, Hungría y rebeliones revolucionarias por la independencia de numerosos pueblos y naciones oprimidas como China, Turquía, Irán y Afganistán. Con el apoyo de la socialdemocracia, de la aristocracia y la burocracia obrera, la burguesía y la reacción oprimieron constantemente las sublevaciones revolucionarias de la clase obrera que tuvieron lugar fuera de Rusia. Después de un breve período de estabilidad, el sistema capitalista–imperialista entró en una era de agudización de sus principales contradicciones con nuevos enfrentamientos y fuertes luchas, en la crisis económica de 1929.

8. La Unión Soviética, que sufrió una gran destrucción por la guerra imperialista y luego por la guerra civil, y que estaba asediada por las fuerzas imperialistas, logró avances en todos los terrenos como la historia no los había conocido jamás, y ello pese a ataques devastadores llevados a cabo por el imperialismo y las fuerzas reaccionarias junto con la resistencia de los elementos burgueses capitalistas internos que perduraron durante todo el período de transición. Mientras que las fuerzas fascistas se reforzaban en los países capitalistas, empezando por Alemania, Japón e Italia, y se establecieron dictaduras fascistas y el mundo capitalista conoció una sucesión de crisis que conducía hacia una nueva guerra de reparto, la URSS se había transformado en un país que socializó los medios de producción y edificaba los fundamentos económicos del socialismo y mejoraba las condiciones de vida y de trabajo de sus trabajadores e intelectuales, un país industrial y agrícola desarrollado. En las condiciones de agudización de la crisis y de incremento de los ataques del capital y del fascismo, la cólera y la lucha de los obreros y de los pueblos oprimidos se desarrollaban así como los movimientos antifascistas en países como Francia y España, y el movimiento de liberación nacional progresaba en los países semicoloniales o dependientes, como en China.

9. Aunque en países como España y Portugal las dictaduras fascistas lograron mantenerse, la II Guerra Mundial acabó con la derrota del fascismo, la apertura de nuevas brechas en el sistema capitalista–imperialista, la formación de regímenes de democracia popular y la constitución del campo socialista. Las revoluciones populares dirigidas por la clase obrera se orientaban hacia la construcción del socialismo en Europa del Este y los Balcanes, seguidas por las revoluciones en China y Vietnam y las sublevaciones populares y los movimientos de liberación nacional en Asia, África y América Latina. Sacudido por las crecientes luchas revolucionarias de la clase obrera y de los pueblos, con fisuras en nuevos frentes, el sistema imperialista entró en la segunda fase de su crisis general. Con un amplio apoyo de los trabajadores, los partidos revolucionarios de la clase obrera en numerosos países, principalmente en Francia, Italia, Grecia e Indonesia, se constituyeron en partidos Obreros de masas y una alternativa al poder político. El antiguo sistema colonial no pudo mantenerse frente al auge de los movimientos de liberación de las naciones oprimidas y de los pueblos que tuvieron lugar en los decenios 1960–70 y entró en un proceso de desintegración.

10. El auge de las movilizaciones de los trabajadores y de los movimientos de los pueblos oprimidos llevaron al imperialismo y las fuerzas reaccionarias del mundo a unir sus fuerzas contra el campo socialista y el movimiento revolucionario de la clase obrera y los pueblos oprimidos. Los EE.UU., con su superioridad frente a los otros países imperialistas, después de la II Guerra Mundial se convirtió en la única potencia hegemónica del sistema capitalista–imperialista. Esa situación permitió por vez primera, aunque de forma temporal, que el imperialismo lanzara un ataque unido y dirigido desde un solo centro contra el socialismo y el movimiento revolucionario de la clase obrera y de los pueblos. El capital financiero renovó sus relaciones con la aristocracia y la burocracia obrera y con los elementos vacilantes de las fuerzas intermedias, tratando de atraerlas y manipularlas; al mismo tiempo desarrollaba nuevas tácticas, haciendo concesiones temporales para apaciguar a la clase obrera y a los pueblos. Mientras que el “Estado de bienestar” se generalizaba, nuevos métodos y formas colonialistas fueron llevados a cabo.

11. El movimiento revolucionario mundial de la clase obrera no fue capaz de rechazar el ataque frontal del imperialismo, ni los llevados a cabo por la burguesía con el apoyo de sus agentes y las fuerzas vacilantes y conciliadoras en su interior, por lo tan-to, no pudo llevar sus logros a una victoria a escala mundial. La línea contrarrevolucionaria que tomó la forma del revisionismo moderno, y que interrumpió la edificación socialista, abrió la vía a la restauración del capitalismo, reemplazó la lucha contra el imperialismo, la burguesía y todo tipo de corrientes oportunistas y revisionistas por la conciliación, lo que se impuso a raíz del XX Congreso del PCUS. A excepción de Albania, el capitalismo fue restaurado en todos los países socialistas bajo deformadas concepciones de socialismo; el movimiento obrero revolucionario entró en un período de derrotas y decadencia.

El revisionismo moderno instrumentalizó el prestigio de la URSS (además de el de los antiguos países socialistas), uno de los países más desarrollados y potentes, y manipuló el respeto y la confianza logrados en el seno de la clase obrera y de los pueblos para vaciar de contenido revolucionario el socialismo científico y retrotraer la lucha de la clase obrera y de los pueblos oprimidos a un nivel bajísimo en todos los terrenos. Los partidos revolucionarios de la clase obrera se han transformado en partidos sindicalistas, reformistas–parlamentaristas, de colaboración de clases y el movimiento obrero revolucionario está en un proceso de liquidación. Esta transformación, ha influido también en los movimientos de los pueblos oprimidos cada vez más penetrados por la burguesía, la pequeña burguesía y los movimientos colaboracionistas.

12. Al hacerse con el poder el revisionismo moderno, la producción planificada para solucionar las necesidades de la sociedad y garantizar un desarrollo armonioso y estable, fue remplazada por una producción en busca del beneficio del mercado. La economía capitalista, el estancamiento y la crisis inherentes a la sociedad capitalista, al igual el desempleo y el desarrollo des-igual en todos los terrenos, la riqueza acumulada y una vida de lujo para una minoría parasitaria completamente ajena a la producción, mientras que la pobreza se agrava y aumente progresivamente el gasto militar y las intervenciones extranjeras, etc. A finales de los años 1980, esos problemas tomaron tales dimensiones que el paso al capitalismo no podía mantenerse así y era, por lo tanto inevitable, que volviera, incluso en las formas a su modelo original. A principio de los años 1990, la URSS y el bloque que ella encabezaba, pasaron a un período de disgregación, se liquidaron las formas socialistas, y se restauraron las formas típicas del capitalismo. Albania socialista también se hundió.

13. Todos esos hechos se han presentado como el fracaso del comunismo, de la revolución y del socialismo. Se lanzó una feroz campaña anticomunista, de una violencia como nunca antes en la historia. Esa campaña, no sólo ha influenciado a los sectores más atrasados de la clase obrera y de los trabajadores, también ha golpeado profundamente a sectores avanzados y a la intelectualidad. Se ha incrementado la influencia entre las masas de corrientes liberales, neoliberales, conservadoras, socialdemócratas neofascistas, y otras corrientes reaccionarias y prejuicios medie- vales. Independientemente de sus formas las distintas corrientes revisionistas han perdido fuerza, una parte se ha disgregado y sus restos han pasado a corrientes reformistas socialdemócratas, de derecha o de izquierda; otra parte se han orientado hacia una renovación de sus plataformas para sobrevivir, y han surgido

«nuevas» corrientes que buscan soluciones y tratan de introducir alternativas dentro del sistema capitalista. Pretenden que la teoría y las conclusiones del socialismo científico, son antiguas, están rebasadas, que nunca han podido explicar científicamente los procesos históricos. Sus teorías pretenden que la revolución científica y técnica ha trastocado las relaciones de producción, que el antagonismo trabajo – capital ha sido rebasado, que el papel revolucionario de la clase obrera, que ha conocido cambios estructurales, ha terminado. Junto a lo anterior, se afirma que la base fundamental de los partidos y organizaciones de clase, ha desaparecido; que la función de las organizaciones obreras, empezando por los sindicatos ha cambiado y que ya no son útiles y serán reemplazadas por nuevas organizaciones sindicales. Estas tesis difundidas como teorías postmodernas con una argumentación renovada y con formas adecuadas a las circunstancias con nombres tales como “democracia radical”, “socialismo del siglo XXI”, “socialismo de mercado”, “eco–anarquismo”, etc.

14. La lucha de la clase obrera y los pueblos, sufrió una de- rrota y un declive cuyas desastrosas consecuencias se pusieron de manifiesto con la desintegración de la URSS y del bloque revisionista con sus partidos; sin embargo esta lucha de la clase obrera ha continuado sin interrupción pese a su debilitamiento. Igualmente continua la lucha contra el revisionismo de todo tipo y la corriente burguesa socialdemócrata. En esta lucha los comunistas de Albania encabezados por Enver Hoxha, por su actitud firme y decidida desempeñaron un papel importante en la lucha contra los antiguos partidos (caídos en el revisionismo) y por la constitución de nuevos partidos marxista–leninistas. En la lucha contra el imperialismo, la burguesía y las corrientes oportunistas y revisionistas, como el revisionismo moderno y también otras corrientes oportunistas, como el titismo, el trotskismo, el euro- comunismo y el maoísmo, se crearon nuevos partidos y organizaciones revolucionarias. Esos partidos y organizaciones han continuado la lucha y han consolidado su unidad con nuevos participantes que desde los años 90 en los momentos de la campaña anticomunista más dura de la historia, basada en la derrota pasajera del socialismo y el movimiento revolucionario de la cla- se obrera, se llevaba a cabo en todo el mundo.

15. Los partidos que continuaban la lucha, sobre la base del marxismo–leninismo, después de varias reuniones preparatorias celebradas en diferentes países y continentes, publicaron en 1994 la Declaración de Quito. La Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista–Leninistas (CIPOML) creada por esos partidos y organizaciones, es hoy la organización internacional del movimiento obrero revolucionario. La CIPOML es heredera y sucesora de los principios y la práctica de la Primera Internacional, y de los períodos revolucionarios de la Segunda y Tercera Internacionales (Komintern) y del Kominform.

V

LA AGUDIZACIÓN DE LAS CONTRADICCIONES Y LAS PERSPECTIVAS DE LUCHA

1. Pese a la peor derrota de la historia del movimiento de liberación de la clase obrera, los fundamentos del movimiento revolucionario de la clase mundial y de los pueblos oprimidos y las victorias logradas, así como el antagonismo que lleva al sistema capitalista–imperialista hacia su liquidación, no se han debilitado, al contrario, han seguido agudizándose. En los países atrasados y dependientes, con características de sociedad campesina y fuer- tes vestigios feudales, las relaciones de producción capitalista son ahora dominantes. El proceso de desaparición del campesinado, el crecimiento de las masas proletarias o semiproletarias, se desarrolla y las premisas del socialismo se han ampliado. La clase obrera y las masas semiproletarias han progresado mundialmente a un punto incomparable, no sólo con los años de la Revolución de Octubre, sino también con los años cincuenta. La revolución científica y tecnológica que progresó en momentos de auge de la competencia capitalista y de la lucha entre el sistema capitalista y el socialista, ha provocado progresos en la fisión nuclear, el des- cubrimiento y utilización de la energía atómica, la aparición de nuevos sectores como la fabricación de ordenadores y programas informáticos, la renovación de técnicas de producción, de circulación y comunicación, la utilización intensiva de la electrónica, etc., progresos en fin, que han mejorado la productividad del trabajo. Ha ampliado las posibilidades de externalizar la producción, concretamente en el sector del trabajo intensivo en los países don- de la fuerza de trabajo, la tierra y las materias primas son baratas. Ha acelerado la disolución de la pequeña producción y de las profesiones liberales en los sectores en los que históricamente estaban implantados, y ha provocado el desarrollo del trabajo asalariado. La centralización e internacionalización del capital y de la producción en el mundo, ha acelerado el proceso de socialización de la producción con todos sus elementos y acentuado la desigualdad y las contradicciones sociales. La contradicción entre el carácter social de la producción y el carácter capitalista de la apropiación de la propiedad se ha agudizado más aún. El ejército de desempleados aumenta y se intensifica la gran diferencia entre los que nada tienen y los propietarios, que en el contexto capitalista tiene consecuencias inevitables con el progreso de la ciencia y de las técnicas. El progreso de la ciencia y de las técnicas agudiza las contra- dicciones del capitalismo y desarrolla las premisas del socialismo, lleva al capitalismo y al imperialismo hacia su ineluctable fin.

2. La derrota y declive del movimiento de la clase obrera, acentuó la agresividad del imperialismo y de las fuerzas reaccionarias del mundo. Un nuevo período comenzó en el que esas fuerzas se desencadenaron con el objetivo de acabar con lo que quedaba de los derechos y logros de la clase obrera, de hacerla retroceder al nivel más bajo, y de suprimir todos los obstáculos nacionales e internacionales que dificultaban la hegemonía y explotación del capital financiero, para asegurarse el beneficio máximo. El peso de las crisis económicas, de la competencia violenta, de la preparación para enfrentamientos para proceder a un nuevo reparto del mundo, y de un enfrentamiento radical, se carga sobre las espaldas de la clase obrera y de los pueblos.

3. En todos los países capitalistas, incluidos los que se muestran como países prósperos, los beneficios de los monopolios aumentan al mismo tiempo que se degrada las condiciones de vida y de trabajo de las masas oprimidas y explotadas. Aunque la productividad del trabajo se ha elevado, los salarios han disminuido y las horas de trabajo aumentadas; la edad de jubilación retrasada y la flexibilidad de trabajo, así como el trabajo en precario, intensificada en numerosos países. Una de las consecuencias más importantes es el debilitamiento de la unidad y de la organización de la clase obrera en todos los niveles. Esa situación facilita la agresión contra las conquistas sociales de los obreros y trabajadores, empezando por los sectores de la educación, de los jubilados, de la sanidad, del seguro de desempleo, de imponer límites y restricciones a la educación, a la sanidad y obtener grandes beneficios con las privatizaciones. Se acelera el proceso de desagregación y de desposeer a las clases intermedias; la mise- ria se extiende y el ejército de parados crece. So pretexto de lucha contra el terrorismo, se restringen los derechos y libertades democráticas, los derechos más elementales son pisoteados y crece la reacción política y el militarismo. En sus ataques, la burguesía (sin renunciar a la socialdemocracia, que es la organización de la colaboración de clases, que ha llegado a tal punto en el que los límites con las otras corrientes burguesas han prácticamente desaparecido) utiliza una reacción medieval, e instrumentaliza corrientes y organizaciones chovinistas, nacionalistas, religiosas, conservadoras, fascistas y neofascistas.

4. Entre las masas oprimidas y explotadas crece la precariedad y el sentimiento de inseguridad ante el futuro, la cólera y el descontento. Pese a que aún es insuficiente el nivel de lucha para rechazar esos ataques, pese a las debilidades características de los movimientos espontáneos, la clase obrera y los pueblos resisten y luchan. La lucha entre el socialismo y el capitalismo continúa de manera ininterrumpida. A raíz de los años 90, esos ataques se han intensificado, y las luchas de la clase obrera y los pueblos han progresado desde huelgas locales en las empresas y ramas profesionales, hacia huelgas generales, manifestaciones masivas e insurrecciones populares en los países subdesarrollados y de- pendientes. Desde este punto de vista, la lucha de los obreros de Francia en 1995 ha sido un avance.

5. Contrariamente a lo que los medios burgueses, capitalistas, y sus propagandistas en el seno de la clase obrera pretenden, el hundimiento del antiguo sistema de colonización no ha llevado a la retirada del imperialismo y del colonialismo de la escena, ni a la desaparición de la división y contradicciones entre el imperialismo y los pueblos oprimidos. Durante, y después, del hundimiento del antiguo sistema de colonización, esa división y contradicción sigue desarrollándose con nuevos elementos y nuevas contradicciones. Los grandes estados colonialistas, empezando por EE.UU. (aunque sin abandonar completamente antiguos métodos y formas colonización) han intensificado sus ataques con nuevos métodos y formas colonialistas. Todo ello demuestra, una vez más, que mientras el sistema capitalista e imperialista no sea destruido con todos sus elementos, los pueblos oprimidos no se podrán liberar completa ni definitivamente.

6. Aumenta el yugo de las grandes potencias imperialistas no sólo en los países en vías de desarrollo sino también sobre ciertos países desarrollados. Esos países son una especie de colonias económicas y financieras. Junto a los acuerdos bilaterales y multilaterales militares, comerciales y financieros, crece la competencia y el campo de intervención en todos los terrenos, concretamente en el económico, el político, militar, cultural, y los instrumentos internacionales de dominación y control ejercido por grandes estados imperialistas, como son el FMI, el Banco Mundial, la OMC, la OCDE, la UE., ALENA, la Comunidad de Naciones Unidas, la Cooperación Económica para Asia–Pacífico (APEC), la OTAN… que restringen la independencia y soberanía nacionales de sus países miembros. Los grandes Estados imperialistas utilizan esas Uniones, consecuencia del avance de la internacionalización de la economía capitalista mundial, como un instrumento que las permite coordinar sus ataques y controlar a otros países y pueblos bajo su dominio, y así ampliar su campo de influencia.

7. Con la desintegración del bloque dirigido por la URSS, han desaparecido, en términos de relaciones interimperialistas y sus contradicciones, las restricciones causadas por la división y rivalidad entre los dos bloques dirigidos cada cual por una superpotencia. Las relaciones de fuerza que habían dado forma a todas las organizaciones internacionales económicas, políticas y mili- tares, como la ONU, el FMI, el Banco Mundial y la OTAN, han cambiado. China, y sobre las ruinas de la URSS, Rusia han surgido como nuevos países imperialistas. Las relaciones de poder interimperialistas han cambiado, las principales potencias imperialistas toman posiciones y ha comenzado una nueva lucha por el reparto del mundo. Para proteger y ampliar sus esferas de influencia, además de guerras civiles reaccionarias provocadas por las diferencias nacionales, religiosas, étnicas, se han multiplicado las intervenciones militares directas. Los pueblos, especialmente en los Balcanes, en el Cáucaso, en África y Oriente Próximo, han sido arrastrados por la tormenta de las guerras reaccionarias. La intervención militar directa de las grandes potencias, en particular los EE.UU. se multiplican como demuestran los ejemplos de la ex Yugoslavia, Afganistán, Siria, Sudán, Somalia, Iraq, Libia, Malí. En esas intervenciones y guerras provocadas por los imperialistas, el número de víctimas mortales ha sido de millones. Particularmente en África ha habido genocidios.

8. El progreso de la ciencia y la tecnología, el desarrollo de los medios de producción, han ampliado las posibilidades de la humanidad de conocer las leyes de la naturaleza, de tenerlas en cuenta, de dominarlas y utilizar todas las posibilidades para protegerse y asegurar su futuro. Empero, el hecho de que los medios de producción y desarrollo estén en manos del capital y los monopolios que los utilizan sin pudor exclusivamente para asegurarse el beneficio máximo, lleva a la destrucción de la naturaleza, a tal nivel de des- equilibrio ecológico, que amenaza las condiciones de existencia de la humanidad y todos los seres vivos. Solucionar esto es urgente. Los recursos naturales y materias primas, particularmente de los países dependientes y semicolonizados, son saqueados a tal punto que se pueden provocar grandes tragedias. El sistema capitalista– imperialista lleva a la humanidad a la catástrofe total.

9. La base material de una revolución proletaria mundial se desarrolla y madura; el sistema capitalista–imperialista, cuyas contradicciones se agudizan, desarrolla todos los elementos y condiciones que provocan las guerras imperialistas y hacen in- evitables las luchas revolucionarias y sublevaciones de las clases obreras y populares. El sistema capitalista va de crisis en crisis y en numerosos países se acumulan los factores de revueltas revolucionarias. El sistema capitalista–imperialista se dirige hacia un nuevo período de guerras, de cambios radicales, a la era de las revoluciones. Sea el que sea el método utilizado por el imperialismo y las fuerzas reaccionarias, sea cual fuere su grado de agresividad, por duros que sean los fracasos y las derrotas, el hundimiento del sistema capitalista–imperialista y la victoria de la revolución proletaria en el mundo son ineluctables.

10. Como lo demuestran las revoluciones de 1848 en Europa occidental, la Comuna de París y la Revolución de Octubre, no sólo las victorias, también las derrotas son instructivas para la clase obrera y los pueblos, y constituyen escalones y basamentos para luchas y victorias aún más grandes. La Comuna de París contó con la experiencia de las luchas obreras de 1831 y 1834 en Francia, del movimiento «cartista» en Inglaterra, y las revoluciones de 1848; en cuanto a la Revolución de Octubre, fue la acumulación de todas esas experiencias. Las victorias y derrotas del siglo XX, constituyen igualmente una experiencia para las movilizaciones y nuevas luchas, más avanzadas, de la clase obrera.

Copenhague, Dinamarca, Octubre de 2016

 

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