DECLARACIÓN DE LA XXX PLENARIA DE LA CONFERENCIA INTERNACIONAL DE PARTIDOS Y ORGANIZACIONES MARXISTA-LENINISTAS – CIPOML

Con la responsabilidad política que asumimos como vanguardia revolucionaria de la clase obrera y los pueblos, y comprometidos con fortalecer la lucha para poner fin al capitalismo y luchar por el socialismo, las organizaciones y partidos integrantes de la Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista-Leninistas (CIPOML) hemos culminado con éxito los trabajos de su XXX Sesión Plenaria.
El análisis objetivo de la realidad mundial nos ha llevado a constatar la profundización de las contradicciones fundamentales de la época, la agudización de la crisis general del sistema capitalista-imperialista y las múltiples secuelas negativas que este impone sobre la vida de los pueblos. Vivimos en un mundo que no ofrece nada bueno a los trabajadores, a la juventud y a las mujeres de los sectores populares; un mundo donde lo viejo se aferra desesperadamente a su poder, aunque esté carcomido por dentro.
La confrontación interimperialista determina el curso de los principales acontecimientos en el escenario internacional. Su creciente agudización no augura nada favorable para los pueblos; por el contrario, provoca la ralentización de la economía mundial, la sobreexplotación de la clase obrera, el aumento del saqueo imperialista, la intensificación de la violencia contra las naciones oprimidas y los países dependientes, el desarrollo de guerras localizadas que pueden ser más frecuentes, y el riesgo real de un conflicto bélico de dimensiones generales.
El sistema capitalista-imperialista, empeñado en extraer el máximo de ganancias y repartirse el dominio del planeta, atenta directamente contra las condiciones de vida y de trabajo de las masas trabajadoras y los pueblos, y provoca además daños irreparables al medio ambiente.
La decadencia que el imperialismo estadounidense arrastra desde hace años, y su desesperado afán por conservar sus zonas de influencia y proteger los intereses de los grupos monopólicos que sostienen su poder, han intensificado de manera brutal su agresividad, manifestada abiertamente en los terrenos económico, comercial, político y militar, como recientemente miramos en Medio Oriente, África, América Latina y el Caribe.
China es, en la actualidad, la única potencia imperialista con la capacidad y la voluntad de disputar la hegemonía al imperialismo estadounidense. Sin embargo, el reconocimiento mutuo como rivales que compiten por el predominio mundial no elimina las contradicciones que ambos mantienen con otras potencias imperialistas y países capitalistas desarrollados, ni anula las pugnas de estas por conservar sus propias zonas de influencia.
Miramos con preocupación y repudiamos la creciente militarización de la sociedad, que atraviesa los planos económico, político y social. Los gobiernos de las potencias y de muchos países dependientes subordinan sus presupuestos, sus políticas públicas y sus formas de gestión a los preparativos de la confrontación, reforzando aparatos represivos, criminalizando la protesta y normalizando la presencia militar en ámbitos que antes correspondían a la vida civil.
En este contexto, se observa un avance de las fuerzas de derecha y de corte abiertamente fascista, que aprovechan la crisis para promover discursos de odio, restringir derechos, dividir a los trabajadores y los pueblos y apuntalar proyectos autoritarios al servicio del gran capital.
Pero en este mundo, el protagonismo no se encuentra únicamente en los dueños del capital. La clase obrera y los pueblos están librando importantes acciones de protesta, que constituyen una clara muestra del avance de la lucha de clases. Frente al genocidio sionista contra el pueblo palestino, millones de voces se han alzado en todos los continentes, denunciando la barbarie y exigiendo el fin de las relaciones con Israel y la ocupación sionista. Del mismo modo, las políticas de ajuste, el sometimiento a potencias extranjeras, la conculcación de derechos democráticos y otras manifestaciones de la ofensiva reaccionaria han recibido una respuesta firme en las calles. La clase obrera, la juventud, las mujeres y amplios sectores populares se movilizan, rechazan estos ataques y reafirman su determinación de conquistar cambios profundos que mejoren sus condiciones de vida y abran paso a un futuro distinto.
Es evidente la recuperación de la lucha del movimiento de masas en todo el mundo y el creciente protagonismo que en diversos países va adquiriendo la juventud. Y cuando las masas encuentran en el combate el camino para conquistar derechos y enfrentar a sus enemigos de clase, avanzan con mayor decisión, elevan sus niveles de organización y transforman su indignación en fuerza capaz de disputar el rumbo de la sociedad.
Vivimos en un mundo conflictivo, pero así mismo, son tiempos mejores para el trabajo que nuestros partidos y organizaciones desarrollan con la mira puesta en la organización y en el triunfo de la revolución proletaria y el socialismo.
Es un imperativo trabajar por el desarrollo y fortalecimiento de un amplio movimiento antiimperialista y antifascista mundial; por mantener en alto las banderas contra la guerra, por la paz y por la solidaridad internacional de los pueblos; contra la violencia generada por el sistema imperante. Nuestro objetivo final es conquistar la emancipación social y nacional de los trabajadores y los pueblos, propósito que solo puede cumplirse con la clase obrera en el poder.
Para que nuestros partidos cumplan su misión de convertirse en la vanguardia revolucionaria de los trabajadores, deben reforzarse en todos los órdenes: ideológico, político y organizativo, e involucrarse activamente en las luchas políticas y sociales.
La XXX Plenaria de la CIPOML ratifica el compromiso de sus integrantes con la clase obrera, con los pueblos y naciones oprimidas del mundo. Avanzamos, firmes, al cumplimiento de las responsabilidades que nos ha impuesto la historia.
Trigésima Sesión Plenaria
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista-Leninistas CIPOML
Noviembre de 2025
