Venezuela | Editorial Acero Revolucionario N° 50, 15 al 31 de Enero de 2019

En Venezuela, además de la crisis capitalista, la agresión imperialista, errores propios de la social democracia y debilidades del movimiento revolucionario, está en marcha un proceso más complejo y de consecuencias más profundas: la descomposición del Estado Burgués.

Esta premisa nos lleva a valorar los sucesos desde una óptica más amplia, estratégica, porque es importante tener claro que no vivimos solo una crisis coyuntural. Existe un proceso estructural que afecta las bases del sistema, que genera consecuencias en la economía, política y en la vida cotidiana, evidenciando la incapacidad del capitalismo, en cualquiera de sus formas, para resolver los problemas de las mayorías, la soberanía y la autodeterminación.

Ese proceso de descomposición del Estado determinado por las contradicciones que confluyen y se agudizan, principalmente las fundamentales de la época:

  1. Entre bloques imperialistas por un nuevo reparto del mundo, donde Venezuela es un objetivo.
  2. De las potencias imperialistas con los países dependientes para mantener el sometimiento, con respuestas de los pueblos que resistimos y luchamos ante el avasallamiento.
  3. De una minoría explotadora contra las mayorías explotadas, expresando la lucha de clases, el poder de los monopolios, la resistencia de la clase obrera y los pueblos.

El surgimiento de poderes públicos paralelos, la imposibilidad de los contendientes de someter uno al otro y las limitaciones del gobierno para controlar la economía, prolonga por años la contradicción que le hace difícil someter uno al otro y las limitaciones del gobierno para controlar la economía que le hace difícil someter a quienes violentan sus normas, expresando el grado de descomposición del Estado.

Ese proceso de lucha de contrarios va avanzando en profundidad hasta el punto de arrastrar toda la institucionalidad hacia la indolencia, el descredito, la corrupción y la incapacidad de controlar a quienes, desde adentro y desde afuera atentan contra el pueblo, llevando a extremos como el de permitir que un mequetrefe se auto designe Presidente de la República y pasee por las calles como ejemplo de la incapacidad de las instituciones “legales” para someter a las ilegales, de las “legitimas” para aplastar la acción de sus enemigos.

La sociedad venezolana está frente a una encrucijada histórica; resuelve sus problemas con métodos revolucionarios, con el liderazgo popular y la participación activa de las mayorías explotadas, o se resolverán con métodos reaccionarios, burgueses, con la imposición de un gobierno fascista de factura imperialista. Las acciones violentas estarán a la orden del día, expresando la descomposición que afecta también la institución castrense, como parte de la sociedad, en un ascenso de las formas de lucha, donde los militares patriotas y honestos jugaran su papel, junto al pueblo, en la lucha por la autodeterminación.

La clase obrera, los campesinos y las comunas revolucionarias somos la opción de una salida exitosa, para eso es necesaria la coordinación y un programa democrático popular, antiimperialista que debe emerger como alternativa de izquierda ante la crisis.

El Estado Burgués va demostrándose como un instrumento inservible para resolver los problemas de las mayorías. La sociedad toda exige un nuevo Estado, con la fuerza popular y agilidad para tomar medidas ante una agresión imperialista y un bloqueo económico. Se requiere un gobierno popular, democrático y de emergencia.

Para organizar la sociedad, las fuerzas productivas, las inquietudes populares y la energía revolucionaria se requiere un instrumento Estatal que rompa con las viejas prácticas y sus estructuras, que sea en sí mismo la participación, que no tema a los grandes propietarios y monopolios, que sea el poder de la clase obrera, los campesinos, comuneros y en general de pueblo.

Estado de nuevo tipo, tomando como ejemplo La Comuna de Paris o el Estado de los Soviets. La Democracia popular es la opción ante el paralelismo de poderes públicos que demuestran la obsolescencia del Estado Burgués y la urgencia de su sustitución para afrontar con posibilidades de éxito los retos de una sociedad agredida y en crisis.