LA CUESTIÓN HISPÁNICA

Desde la caída del bloque socialista, el mundo ha visto el resurgir de las ideologías nacionalistas o etnocéntricas. Bien sea desde las posiciones derechista-conservadoras, como también, en las izquierdista-posmodernas. En la primera posición han resurgido como una reacción a lo que consideran las amenazas globalistas que creen intentan destruir a la nación mediante un supuesto reemplazo cultural. En la segunda, los nuevos indigenismos y regionalismos dialectales que buscan combatir los macrorrelatos que supuestamente intentan imponer una homogeneidad cultural, tachada siempre de eurocéntrica, que termine por borrar a las minorías. La paranoia cultural es la misma, solo cambian los actores que la repiten.

Hispanoamérica no es ajena a este auge de los nacionalismos. Y cada vez más entre su clase media gana influencia la corriente hispanista. Corriente nacionalista que llama a la integración del mundo hispanoparlante; que presenta una revisión en la forma de ver el pasado virreinal; y cuyo marco teórico es el materialismo filosófico que, sin embargo, aún conserva la idiosincrasia de la religión católica. Pero a qué se debe que el hispanismo esté volviendo a cobrar fuerza en la región, qué ha cambiado con respecto al hispanismo de hace un siglo y qué posición se debe tomar con respecto a ello.

Para comprender bien el retorno de este tipo de nacionalismo en nuestra región es pertinente primero entender qué es la nación. Según Stalin (1942) la nación es la comunidad que comparte una economía dentro de un espacio geográfico que habita y va articulando con el uso de una lengua, creando a su vez una psicología en común (cultura, historia, literatura). De ahí se entiende que haya sido el sistema capitalista el que haya formado a las naciones modernas, ya que no hubo antes otro sistema que demandara más aceleradamente la articulación de un mercado común donde se fomente la circulación de mercancías dentro de un espacio territorial que la burguesía controlara y requiriera de una lengua franca que facilite las transacciones, y le sirva de base expansiva a otros mercados. Necesitando por ello formar un imaginario colectivo que unifique ideológicamente a su comunidad para que entre en defensa de sus intereses contra otra comunidad económica-cultural que limite su expansión o amenace su mercado. 

Por ello, según Hobsbawm (1992), no son las naciones las que forman los estados, sino los estados los que van formando las naciones, y escogen dentro de las macro etnias de su jurisdicción una como molde para constituirse como estado-nación. Y eso es lo que ha venido ocurriendo desde el siglo XVIII en que la burguesía ha ido destruyendo los imperios o estados multiétnicos para crear los estado-nación moderno. Valiéndose de la educación pública y los medios de comunicación para ir homogeneizando a las sociedades que habitan dentro de su territorio de control. 

Aterrizando en nuestra región las naciones serían algo que se formarían tardíamente en el siglo XX. Según Rostworowski (1999) una de las causas de la caída del Tahuantinsuyo fue la carencia de un sentimiento nacional, primando más los intereses regionales de las macro etnias quechuas que las del estado imperial. El Tahuantinsuyo, según la historiadora, fue un proyecto trunco de integrar las diversas macro etnias quechuas que habitaban los Andes centrales. Ello no cambió con el establecimiento del virreinato. La introducción de la economía feudal y mercantilista no vio la necesidad de crear un mercado que articulara las fuerzas internas, sino principalmente en función externa hacia la metrópoli. (Lumbreras, 1981). Aunque hay algunos que califican a Castilla como la primera nación moderna, el Imperio español, con sus leyes distintas para cada raza y con la tolerancia lingüística hacia las otras lenguas, fue un imperio multiétnico y no llegó a formar ninguna nación en todo Hispanoamérica. 

La independencia, aunque fue un movimiento continental y trató de ser visto por algunos historiadores patrioteros como la más grande prueba que el germen del sentimiento nacional venía formándose desde tiempo atrás. Lo cierto es que fue causa de la crisis de la monarquía hispánica en 1808, que no supo manejar los distintos intereses locales, ya muy presentes en el continente desde las reformas borbónicas, y que acabó en el desmoronamiento del Imperio español. (Sobrevilla, 2024). Fueron los intereses de las distintas aristocracias locales los que terminaron primando, y una vez expulsado el poder peninsular, terminaron cediendo el gobierno a los militares para imponerse unas sobre otras. Pero en todo el siglo XIX fueron incapaces de formar nación alguna. La consolidación de un mercado en común sería difícil sin barrer antes los regionalismos-feudales. Ello se expresó en la terrible balcanización que vivió Hispanoamérica en comparación con Estados Unidos (EE. UU.) y Brasil, y que el español no logró imponerse como lengua mayoritaria entre la población en casi todas las nuevas repúblicas hasta entrado el siglo XX.

Se tendría que esperar la llegada de ese siglo, donde la mayor penetración de capital británico y de EE. UU. iría formando una mayor clase media mestiza hispanohablante en las urbes. Estas, aunque al inicio rechazaban el imperialismo y enemigas de la aristocracia, crearían expresiones político-partidarias que buscarían consolidar el capitalismo en sus respectivos países: PRI, APRA, Justicialista, etc. Y sus intelectuales, en la preocupación por formar a la nación, buscarían incorporar elementos de la cultura popular para formar una identidad nacional más propia o mestiza. Algo que también será compartido por los intelectuales comunistas de la región. De esa manera, en los países hispanoamericanos con más componente indígena en los Andes y Mesoamérica, el indigenismo fue acogido por los intelectuales de esta clase; en los países del Caribe, la cultura afro; y en los del Río de la Plata, la cultura popular del nuevo migrante europeo. E incluso se retomaron los viejos sueños integradores de Simón Bolívar. Esto en contraposición al hispanismo de una élite aristocrática que miraba con nostalgia la colonia, cuya máxima identidad americana se remitió a la formación del criollo; pero que dejaba de lado su hispanismo a la hora de servir al capital anglosajón e imitar huachafamente su cultura. Ante esa alienación de las élites, los intelectuales de las emergentes clases medias y populares apostaron por formar naciones con una identidad más particular que les sirva para integrar a la población de sus respectivos países, y las diferencie del resto.

Todo el proceso de consolidación del capitalismo desde sus políticas desarrollistas-industriales agotadas para los años setenta, sus guerras civiles que arrasaron principalmente el campo, y la implantación del neoliberalismo; terminaron por formar naciones hispano-mestizas desde el Río Bravo hasta el Cabo de Hornos. Con más o menos acentuación de la cultura indígena, europea o afro; el español se convirtió en la lengua mayoritaria y su mestizaje más en motivo de festejo que de vergüenza, como ocurre con la cumbia en la música o el realismo mágico en la literatura. Sin embargo, en ese proceso de transculturación (Rama, 2008) las otras etnias o macro etnias terminaron siendo asimiladas con más o menos grado de violencia para concretar la tan anhelada homogeneización mestiza-nacional.

Sin embargo, en esa ruta semejante seguida por las repúblicas hispanas del continente, los organismos creados como CAN, MERCOSUR, SICA, CELAC; no lograron estrechar mayores vínculos de integración económica que luego den paso a una integración política. La burguesía de ser una clase media terminó convirtiéndose en la clase hegemónica en sus respectivos países. Cómoda ya en su puesto con un mercado donde su poder esté consolidado dejó de soñar con la integración que no sea la libre circulación de sus mercancías a los mercados más rentables (China, EE. UU., Unión Europea, etc.) y primó más la competición con sus vecinos por qué mercado nacional atrae más inversiones de fuera. El capitalismo que finalmente desarrolló fue el primario exportador. Parafraseando a Mariátegui (1924), las repúblicas hispanoamericanas siguieron sin buscarse, sin complementarse, ni presentar intención alguna ya de unirse.

Este éxito en la construcción de naciones hispano-mestizas en la región, pero acompañado del fracaso en el proyecto unificador, las despojó de cualquier peso geopolítico en la esfera internacional. Relegándolas a simples espectadoras de las grandes decisiones mundiales. De ahí que resulta comprensible la irrupción nuevamente del hispanismo, pero ya no en las capas altas. Como ocurrió antes entre la aristocracia, sino principalmente, entre las capas medias. En un mundo donde las decisiones geopolíticas que amenazan al mundo se disfrazan de intereses nacionales, Hispanoamérica se encuentra desterrada en sus propios intereses. Una de las clases que se ve más sacudida por los vaivenes de la política mundial y más excitable ante los discursos nacionalistas es la clase media (pequeña burguesía). Que no tarda en darse cuenta de que Hispanoamérica se encuentra atomizada en distintos países a pesar de tener formadas naciones hispano-mestizas que presentan más semejanzas que diferencias. Y que de estar unidas no solo formarían una economía más fuerte, sino también, la nación más numerosa del hemisferio occidental. La adaptación de una ideología que aglutina, en vez que disgregue, va a tener mejor recepción ahora entre los intelectuales de esta clase. 

El indigenismo que cumplió su papel de darle una identidad mestiza a las naciones hispanas en la región se encuentra ya caduco y es más una ideología disgregadora y retroactiva que idealiza el comunismo primitivo. Se encuentra ya muy lejos de ese indigenismo materialista que saludó Mariátegui, y que desarrolló Arguedas, donde la revalorización de la cultura indígena no signifique una negación de la cultura hispana. Y donde se tenía presente que la diferencia cultural reforzaba las diferencias de clase, y estaba en función de ella. Pero el indigenismo actual en su carácter etnocéntrico solo ve diferencias culturales. Niega la lucha de clases y la considera una invención de la cultura occidental, a la cual rechaza en todas sus formas. Peor aún, en su obsesión decolonial ha ido creando una leyenda negra sobre el virreinato. Provocando la incubación, del otro lado, de leyendas rosas que blanquean el pasado colonial. Y en su meta por lograr que se reconozca la pluriculturalidad en los países de la región desconoce la formación de la nación hispano-mestiza mayoritaria en cada uno de los países hispanoamericanos, o sigue repitiendo mecánicamente frases de hace noventa años, que en países como el Perú, la nación aún está formándose. Pese a que han pasado de ser sociedades semifeudales a ya capitalistas.

Para los hispanistas son estos “ismos” de las minorías los que amenazan las formadas naciones hispanoamericanas, y evitan su integración. Y si bien, parten de una verdad concreta, que en Hispanoamérica ya existen naciones hispano-mestizas. Al partir también de un enfoque etnocéntrico, no alcanzan a comprender el proceso material que las llevó a formarse, y, por ende, los limitantes que las impiden unirse y en quién está la tarea de lograrlo. 

Su visión etnocéntrica responsabiliza de la disgregación del mundo hispano al mundo anglosajón. Si rechaza el idealismo es porque lo considera una producción anglo-protestante. Al igual que al liberalismo, que fue el discurso ideológico que encumbró a las potencias anglosajonas. Es considerado ese mundo el portador y financiador de todos los ismos que solo sirven para disgregar al mundo hispano. Por ello, el materialismo hispanista no llega a ver clases sociales, sino mundos o imperios con cosmovisiones enfrentadas; y no ve males en el sistema, sino en la cultura que lo desarrolla. Más que materialista, continúa siendo mecánico y profundamente etnocéntrico.

De esa forma, el mayor planteamiento hispanista de unión es formar una Mancomunidad hispánica, réplica de la Commonwealth británica, con otro monarca como jefe. No analiza que fue el capitalismo durante la tan despreciada etapa republicana, el sistema que finalmente formó las naciones hispánicas, y volvió al español la lengua mayoritaria en las excolonias de España. Y que si no se ha logrado la unión es por las limitaciones de las burguesías locales, más interesadas en perseguir alianzas con el capital transnacional que en seguir a un monarca europeo por simpatías culturales.  

Hispanoamérica no tuvo un “zollverein” ni un Bismarck. Ni mucho menos una clase dirigente militarista y expansionista que se planteó la tarea de unificarla. Su limitada y disgregada población, y su llegada tardía al desarrollo capitalista, le impidió formarla. Ni entre la antigua aristocracia ni entre la presente burguesía. Los sueños de Bolívar, a quien los hispanistas particularmente detestan, solo fueron retomados temporalmente por los partidos populista-burgueses de inicios del siglo XX y por los grupos guerrillero-marxistas en la segunda mitad de ese siglo. El acomodo de los primeros, y la derrota de los segundos, con su siguiente también acomodo a la democracia liberal, hicieron que la integración quede solo en un trámite más ágil en las fronteras. 

De igual forma, las naciones en Hispanoamérica están ya formadas. Ese ha sido el mayor logro sociocultural de la burguesía en su tarea de consolidar el capitalismo en sus países. Pero su desunión más absurda que la de otras identidades culturales obedece a que continúan atrapadas dentro de repúblicas bananeras serviles al imperialismo. Y no será el voluntarismo monárquico de los hispanistas quien logre su unión. Sino la obra de una nueva clase social, el proletariado de esas repúblicas, que en la consolidación de una economía planificada y más productiva vea la necesidad de rebasar las fronteras de los pueblos que estén más cerca geográfica y culturalmente para integrarlos: las otras naciones hispano-mestizas. Es ese eje económico – productivo indispensable para que naciones cercanas en su geografía, con una misma lengua y una psicología semejante, alcancen su unidad política. Ya decía Mariátegui (1928) que la unión de la América Hispana o Latina tendría que ser obra del socialismo. Una obra que se llevará a cabo por sus necesidades materiales, y no solo por voluntades culturales.

MINERÍA A TODA COSTA: AUGE DE LA MINERÍA ILEGAL Y EL PELIGRO PARA LAS COMUNIDADES

Durante años la burguesía parasitaria ha repetido el mantra “Perú país minero” crearon el mito que, a mayor inversión minera, mayor desarrollo económico, haciéndonos dependientes de la explotación minera, en su capricho de imponer este modelo a la fuerza han concesionado el 14.78% del territorio nacional, equivalente a casi 20 millones de hectáreas. Por ello, muestran una preocupación constante por maximizar la explotación de nuestros recursos mineros, sin desarrollar un plan de diversificación económica que permita una mayor estabilidad y progreso a largo plazo. Esta política que privilegia el extractivismo minero por sobre el desarrollo agropecuario es una de las principales causas del incremento de la minería ilegal e informal. La ausencia de un plan de desarrollo agrícola efectivo, junto con estas políticas, favorece el aumento del desempleo y la pobreza en las zonas rurales. Se estima que aproximadamente el 39.8% de la población rural se encuentra en situación de pobreza, dejando a los campesinos y a la comunidad en general a merced de organizaciones criminales.

La relación de la minería ilegal e informal con bandas delictivas u organizaciones criminales está muy bien documenta, según el Observatorio Nacional de la Policía Criminal describe que los delitos relacionados con la minería ilegal son la trata de personas y explotación laboral, el narcotráfico con quien comparte rutas de tráfico, además del comercio ilegal de armas y la más importante, el lavado de activos, la minería ilegal mueve alrededor de 3000 millones de soles al año. Además de la violencia a los defensores ambientales en la Amazonia, donde contratan a bandas de sicarios para eliminar a quienes defienden sus territorios, desde el 2011 hasta el momento se han registrado 29 defensores ambientales asesinados. La situación de la provincia de Pataz es claro ejemplo del modelo extractivista que promueve Estado, cerca del 82.3% del territorio se encuentra concesionado y del cual 21% le pertenece a la Minera Poderosa. Los hechos de violencia en esta provincia son producto del enfrentamiento entre mineros ilegales e informales y la gran minería. Sin embargo, el Estado pro minero se hace de la vista gorda sobre que los mineros “legales” como en Pataz, arriendan sus concesiones y les compran la producción de los llamados mineros ilegales o artesanales, cuando ya se ha puesto en evidencia que estos son más que apéndices de la minería “legal” que  así logra pingues ganancias.

La estrategia de los gobiernos neoliberales frente a la minería ilegal e informal ha sido promover la regularización de estos mineros mediante su incorporación al REINFO; sin embargo, esto ha fracasado y solo ha servido para disfrazar  las organizaciones criminales de mineros, es postura de la pequeña burguesía para solucionar este problema solo evidencia un desconocimiento total sobre las consecuencias que tiene legalizar a pequeños mineros y mineros artesanales, debido a la escasa capacidad de fiscalización del estado, tanto la minería pequeña como la mediana tienden a contaminar similar a la gran minería, causando daños ambientales irreparables, contaminando ríos, tierras y afectando la flora y fauna de estos ecosistemas.

Los mineros ilegales e informales a través de las organizaciones criminales, disfrazas de partidos políticos han ganado espacio en la política, y han formulado una nueva Ley de la Pequeña Minería y Minería Artesanal (Ley MAPE) que está en debate en la Comisión de Energía y Minas, propuesto por el congresista Paul Gutiérrez de Perú Libre, el Ejecutivo y por representantes del sector minero, por el momento ha sido suspendido el debate en la comisión. Esta ley tiene como uno de su punto obligar a las comunidades campesinas y nativas a solicitar concesiones mineras sobre sus tierras, si no le entregaran la concesión a cualquier minero, de esta manera forzarían a las comunidades campesinas y nativas a realizar actividades mineras, ya que tendrían que pagar una tasa anual. Por otro lado, se legaliza el argumento “concesiones ociosas” en la cual empresas mineras se apropian de concesiones que no están siendo usada y que les pertenecen a otras empresas, de esta forma pueden apropiarse de terrenos de comunidades campesinas y nativas. La nueva Ley MAPE será un mecanismo para profundizar el extractivismo minero en el Perú, por lo que los partidos políticos de Perú Libre, Avanza País, Renovación Popular están intentando forzar la aprobación de esta Ley.

El extractivismo minero no es una opción para el desarrollo nacional, algunos sectores de la izquierda posmoderna y posturas nacionalistas eleva a la pequeña minería a una práctica cultural o ancestral y en contra posición de la gran minería, sirve como un discurso para validar el extractivismo minero.

Desde el Partido Comunista Peruano (m-l) planteamos al pueblo, a los campesinos y a las comunidades nativas que solo podemos correr el riesgo de realizar esta actividad con el objetivo de industrializar el país, evitando que se desarrolle en zonas agrícolas y cuencas hidrográficas. Por lo que es importante que el pueblo luche por conquistar la soberanía nacional y recuperar todas las zonas y recursos estratégicos del país, las fuentes de materia prima que se encuentran concesionadas a transnacionales y la restitución de la propiedad común sobre las tierras y territorios arrebatas a las comunidades campesinas y nativas por las transnacionales mineras. Además de promover iniciativas productivas de las cooperativas y comunas de los pequeños y medianos productores agropecuarios.

ANOTACIONES RUMBO AL PARO DEL 19 DE JULIO DE 2023

Desde el 07 de diciembre de 2022 se ha instaurado una dictadura cívico-militar que no ha sido otra cosa que el acuerdo temporal entre las dos facciones de la burguesía que han estado en pugna durante años: la gran burguesía financiera y la burguesía media. Decidiendo juntas tejer una alianza con el objetivo de frenar el avance de las reivindicaciones populares resultados de la mayor politización de la clase trabajadora peruana. En esta alianza han coincidido todos sus aparatos del Estado, vale decir: Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, Poder Judicial; organismos autónomos como Fiscalía de la Nación, Tribunal Constitucional, Defensoria del Pueblo, Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU), Jurado Nacional de Elecciones (JNE), Municipalidad de Lima; así también, la CONFIEP, los jerarcas del clero católico y evangélico, la prensa tradicional y corporativa; y por supuesto, su aparato represivo a su servicio, la Policía Nacional y el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas en coordinación con la Embajada Norteamericana. Que en la misma sintonía incentivaron, avalaron y ejecutaron la más brutal represión contra el pueblo trabajador peruano en el último levantamiento popular de diciembre de 2022.
Fruto de ese acuerdo se esperaba la desorganización y desmovilización de la clase trabajadora para que no resulte un peligro ni perjudique los intereses de ningún sector burgués; la desregulación de sectores económicos como el transporte (ATU) y la educación superior (SUNEDU) favorecieron a la burguesía media. Y la continuidad de las concesiones minero-energéticas, como el destrabe de otros proyectos se esperaba que incrementen las ganancias de la gran burguesía financiera, que asegura también el dominio de esos recursos a la influencia del imperialismo norteamericano, quien se encuentra en pugna con el imperialismo chino, ruso y sus aliados.
Sin embargo, a más de medio año del Golpe de Estado de la asesina Dina Boluarte y los carniceros Alberto Otárola y Williams Zapata, la alianza de la burguesía ha significado principalmente ganancias para el sector de la burguesía media que continúa dominando el Congreso y ha conseguido copar varios de los organismos autónomos del Estado que antes los controlaba la burguesía financiera como el Tribunal Constitucional (TC), Defensoría del Pueblo, SUNEDU, Autoridad de Transporte Urbano (ATU); estos dos últimos, les ha servido para desregular sectores económicos que ya se encontraban concentrados por las empresas de la burguesía financiera. De ahí, que la alianza que se tejiera a fines del año pasado cada vez se fracture más.
Si bien, el estallido social de diciembre de 2022 pasó sin lograr las principales demandas del movimiento popular: Salida de Dina, Cierre del Congreso y Asamblea Constituyente Soberana y Popular. La polarización permanece y la movilización ha empezado a gestarse.
La gran burguesía financiera que ha logrado mantener su control sobre las concesiones que ya poseía, no logra aún destrabar los proyectos minero-energéticos como Tío María y Conga, por la resistencia que le presenta el movimiento popular, ni siquiera cediendo en el papel la explotación del litio de Puno a los canadienses tiene asegurada su extracción al encontrarse todo el Sur peruano movilizado. Por ello se entiende que su prensa corporativa cada vez más se preste a desprestigiar al Congreso y también pida elecciones inmediatas. Es consciente de que el golpe de estado dado el 07 de diciembre no ha traído mayor ganancia al sector burgués que representa, y que la permanencia de Dina y el Congreso, significa que la polarización permanezca y se incremente dejando sin posibilidad, en el corto plazo, al destrabe de los proyectos minero-energéticos que le interesa. Y su situación se agrava ante el próximo control que la burguesía media plantea sobre el sistema electoral (JNE, ONPE, RENIEC) y la reactivación de las protestas el 19 de julio; quedándole así un aliado que siempre se encuentra subordinado a los intereses de la Embajada Norteamericana: El Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas.
Por el lado del movimiento popular. La lucha, no logro sus objetivos ante los embates de las fuerzas reaccionarias, obtuvo una victoria psicológica al desenmascarar el carácter represivo del Estado, su carácter de clase y mostrar más claramente qué clase social es la que lo dirige, con lo que cada vez más la clase trabajadora comprende la necesidad de elevar sus demandas económicas a políticas y las unifique en una primera etapa en la lucha por lograr la Asamblea Constituyente Soberana y Popular.
El proletariado formal e informal, el campesinado pobre y medio, y la pequeña burguesía progresista van saliendo poco a poco de la alienación y la inmediatez económica, para comprender que, sino adquieren consciencia de clase y se organizan con objetivos políticos claros, no podrán dar una solución concreta al atraso económico que tiene el país y ni podrá dar solución a las crisis que generan continuamente las pugnas interburguesas.
En miras de lograr los objetivos del movimiento popular se conformó el Comité Nacional Unificado de Lucha del Perú (CONULP), impulsado principalmente por las organizaciones de la Macro Región Sur, con el que se esperaba superar los errores estratégicos y tácticos que se tuvo en el estallido del verano de 2022. Se intentó superar la descoordinación y espontaneísmo, como también el manejo oportunista y conciliador de las organizaciones que dirigen la Asamblea Nacional de los Pueblos (ANP) y las centrales sindicales que dirigen Patria Roja, PC-Unidad y Nuevo Perú. Sin embargo, hasta la fecha el CONULP no ha logrado consensuar una plataforma que orienten las luchas venideras.
El oportunismo que aún subsiste en las filas del movimiento popular ha contribuido a que el sectarismo, caudillismo y pragmatismo permanezcan y afloren. Esto, producto de que la Macro Sur, que lo impulsó, seguía y sigue careciendo de mayor participación del proletariado. Entre sus organizaciones encontramos principalmente al campesinado, comerciantes, intelectuales progresistas de las ciudades y una menor participación del proletariado agrícola e industrial. El grueso de la clase obrera sigue bajo influencia de la socialdemocracia oportunista. Y la CONULP lejos de emprender una táctica para ganarla se ha enfrascado en luchas intestinas, además de creer que no la necesita para hacer caer al gobierno ni lograr la Constituyente. Peor aún, entre muchos de su dirigentes la lucha que se prioriza es más étnica que de la de clases.
Esto ha hecho que lejos de aprovechar la polarización que permanece y el descontento que se acrecienta entre la clase trabajadora, el CONULP haya terminado partiéndose oficialmente a dos semanas del 19 de julio. Dejando en la confusión y el desconcierto a gran parte de esa masa trabajadora desorganizada pero descontenta que espera salir a luchar con una vanguardia y un plan de acción organizado por esta. No parece entender que el frente único no anula la independencia política, ni mucho menos una temporal unidad en la acción. No toma en cuenta que, si se repiten los mismos errores de descoordinación y espontaneísmo, la ya débil alianza de los sectores burgueses aún podrá usar todas sus herramientas de represión y manipulación para ganar esta última batalla antes de romper su alianza.
El actual debate sobre la restitución de Castillo o el adelanto de elecciones ha servido solo como pretexto para el caudillismo pequeño burgués a la hora de asegurarse el dominio de sus propios espacios, sin importarle sacrificar el resultado del Paro Nacional. No toman en cuenta que cuanto menos la caída del gobierno daría el impulso necesario para que el pueblo trabajador continúe avanzando por la Constituyente; y que de no lograrse ni esto, traería la desmoralización del movimiento y la deslegitimación total del mismo CONULP o de sus dos facciones. No parecen ver que la salida de la asesina Dina y su cúpula es inminente, la disyuntiva será en si lo hará el movimiento popular o la burguesía financiera con algún golpe militar cuando la amenaza de la lucha en julio haya pasado.
Es necesario tener claro que la caída del gobierno, gracias a la lucha de julio, rompería prematuramente la alianza que tienen los dos sectores burgueses para que vuelvan a entrar en sus pugnas, debido a que significaría la salida de los representantes políticos de la burguesía media en el Congreso. Dándole oportunidad a la clase trabajadora de aprovechar las divisiones del enemigo mientras toma consciencia que la lucha rinde sus frutos, avanza en la formación del poder popular y comprende el papel histórico que tiene que cumplir para conquistar el poder político del Estado.
Los sectores que se disputan el adelanto de elecciones a secas (sin referéndum) o la restitución de Pedro Castillo tienen el mismo interés electoral. Los primeros queriendo postular de inmediato y los segundos queriendo aplazar las elecciones hasta que tengan las condiciones para postular. Pero para ambos las elecciones es el fin, no el medio; y la lucha en las calles una mera formalidad que se puede condicionar mientras no resuelvan quien podrá postular.
Ante esta situación el Partido Comunista Peruano (marxista-leninista) se reafirma en su compromiso de seguir luchando para que el movimiento popular avance y la clase trabajadora peruana pueda concretar sus objetivos inmediatos y mediatos. No bajaremos los brazos al combatir las desviaciones de la socialdemocracia oportunista y las distintas desviaciones pequeño burguesas (maoístas, guevaristas o tawantinsuyanas) que lejos de hacer avanzar al movimiento, lo pretenden llevar hacia su fracaso para beneficio de la burguesía y el imperialismo.
Este 19 de julio todos debemos salir a las calles, en un frente único, para que la dictadura civico militar caiga. La victoria solo podrá ser posible guiándonos de la ciencia marxista que empodere a la clase obrera en su papel histórico de liberación nacional y social.

¡VIVA EL PARO DEL 19 DE JULIO!
¡SOLO EL PUEBLO SALVA AL PUEBLO!, TODOS A LAS CALLES!
¡ABAJO LA DICTADURA CÍVICO MILITAR!
¡VIVA LA ALIANZA OBRERO – CAMPESINA!
¡VIVA EL PARTIDO COMUNISTA PERUANO (MARXISTA-LENINISTA)!
BP del CC. del PCP(m-l)

MANIFIESTO DEL PRIMERO DE MAYO: ¡ABAJO EL NEOLIBERALISMO CRIMINAL Y QUE VIVA LA UNIDAD DE LOS TRABAJADORES!

La clase obrera y los pueblos del Perú, asisten a la conmemoración del 134 aniversario de las históricas jornadas de lucha por la conquista de las 8 horas de trabajo, donde los obreros y Mártires de Chicago, alumbraron con su ejemplo a los pueblos del mundo y los llamaron a la acción organizada en la perspectiva de lograr su verdadera emancipación de clase. Los dirigentes procesados por estas acciones de protesta, en su mayoría, fueron ahorcados por un tribunal norteamericano, y entregaron sus vidas con la firme convicción de que más temprano que tarde, la clase obrera avanzaría con mayor decisión a destruir las cadenas de explotación de tipo capitalista, para construir un mundo nuevo, donde no exista la explotación del hombre por el hombre.

Este Primero de Mayo es distinto a los anteriores, porque nuestras banderas rojas no se encuentran desplegadas en las calles ni unidas en un solo frente de proletarios contra el capital, ni el canto a La Internacional acompañan nuestra protesta; pero esto no quiere decir, que los trabajadores hemos dejado de luchar, ni que dejaremos de hacer el balance de las acciones realizadas y del trabajo acumulado que ahora tenemos.

Los paquetes económicos, el neoliberalismo y el COVID 19, nos vienen golpeando y toca de nuestra parte dar una respuesta, resistiendo y tratando de vivir con dignidad; haciendo lo posible para que prime la defensa de la vida de los trabajadores y los pueblos antes de conservar los mezquinos intereses de la burguesía parasitaria que nos gobierna.

Los efectos del Coronavirus, son más graves para los trabajadores y los pueblos, debido a la implantación del neoliberalismo en el país, que avanzó en la destrucción del sistema de salud pública y de pensiones, privatizó la educación y nos arrebataron derechos laborales. Son los trabajadores y los pueblos quienes sobre sus hombres vienen sosteniendo los costos de la crisis, por la incompetencia de los actuales gobernantes, con Martin Vizcarra a la cabeza y la CONFIEP, que, como fieles representantes de la burguesía parasitaria y el imperialismo, siguen esquilmando al pueblo peruano. No es gratuito que se haya promulgado la “Suspensión Perfecta de Labores”, ni se haya promulgado una “Ley de gatillo fácil”, nos quieren matar de hambre o a balas, no tienen otro interés.

La burguesía ha llamado a la unidad y eso significa que no parará hasta que la clase obrera y los pueblos hayan entregado hasta su última gota de sangre para que sus niveles de ganancia permanezcan intactos. Los trabajadores resistimos y estamos claros en que las cosas no pueden quedarse como antes, tenemos que cambiar las relaciones de propiedad, las relaciones sociales en la producción, tenemos que inaugurar una nueva forma de Estado, para que sean los trabajadores y los pueblos los verdaderos constructores de una nueva sociedad donde prime el desarrollo colectivo, todos tengan pleno empleo, acceso a la salud, pensiones y educación; y nadie pase hambre ni viva en las calles sin techo y sin alimentos. Por esto motivos es necesario luchar con mayor resolución por el Socialismo.

Mientras las grandes empresas han repartido sus utilidades a fines del mes de abril de 2020, la mayoría de los trabajadores y la población, después de pasar hambre y tener sus primeros muertos por el COVID 19, tienen que hacer ahora uso de sus fondos de reserva pensional, para sobrevivir a la crisis sanitaria y al abandono estatal. Y no nos podemos dejar engañar saludando el retiro de pensiones de las AFP para luego destinarlos al consumo personal, ciertamente estas instituciones deben desaparecer, por su robo descarado, pero no podemos hacer que los trabajadores se queden sin recursos futuros, para sostener un sistema de cosas que no funciona. El capitalismo y su modelo neoliberal son los causantes de nuestros males y a ellos les corresponde asumir las pérdidas, no a los trabajadores y los pueblos.

El Estado debe tomar los recursos destinados al pago de la deuda externa y hacer uso de las reservas internacionales para enfrentar los costos de la crisis sanitaria; así mismo deben disminuirse los salarios a todos los magistrados judiciales, congresistas, ministros y principales funcionarios públicos, el pueblo está poniendo el pecho y ¿la burocracia estatal? ¿Hasta cuándo esperaremos que pongan algo de su parte?, Debe gravarse un impuesto a la riqueza y a la acumulación, cobrarse los impuestos a la grandes mineras y empresas transnacionales que nos roban nuestras riquezas; así mismo se debe eliminar todas las barreras que impiden al Estado realizar compras directas con fiscalización popular, para evitar toda la escalada de corrupción, que también golpea a todos los peruanos.

Basta de aplaudir las medidas del gobierno sin analizar su verdadero carácter, el Estado peruano le pertenece y responde a la burguesía parasitaria, sirve para defender los intereses de las familias más ricas del país, y a los intereses de las potencias imperialistas, principalmente del imperialismo norteamericano que usa a Martin Vizcarra como una marioneta para entrometerse en asuntos de otros pueblos.

El campesinado exige atención, su producción está por perderse y no tendremos recursos para iniciar la segunda campaña productiva del año, llamamos a todos los gobernantes del país a aterrizar las políticas en salidas reales y no paliativos.

Este Primero de Mayo de 2020, es un día de lucha como todos los otros años y como todos los días para la clase obrera.

¡Viva el Primero de mayo, día internacional de la clase obrera!

¡Viva la unidad y lucha de la clase obrera por la liberación nacional y social!

¡Que la crisis económica y sanitaria la paguen los responsables: El Estado, la burguesía y CONFIEP, la burocracia estatal; y no los trabajadores y los pueblos del Perú!

¡Resistiremos, viviremos y venceremos!

01 de mayo de 2020

CC. del PCP(m-l)